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Esperpento

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Partido de vuelta ·

Quizá el problema de fondo del Pucela no sea el banquillo, sostiene el articulista

Juan Ángel Méndez

Martes, 10 de abril 2018, 20:18

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Luis César no podía salir de otra forma. Y no solo por él, sino también por el club. Es el destino de una entidad que en los últimos tiempos ha perdido la cordura. El técnico hizo un Ortuño pero sin volver a la mesa. Increíble pero cierto. Sampedro pulsó el botón de autodestrucción el 2 de marzo y el club ha esperado cuarenta días, seis partidos, para activar la bomba. No está mal. Un casting tan largo como la espera que vivieron ayer los medios para celebrar una rueda de prensa del entrenador que nunca llegó. Al parecer, estaba revisando una documentación con sus asesores. Una falta de respeto, como la que ha sufrido el gallego desde que aireó las miserias que le rodeaban. Carlos Suárez ha defendido el carácter empresarial que ha adquirido la entidad castellana en los últimos años, algo que se sitúa en las antípodas de la realidad a poco que analicemos sus recientes maniobras. Estoy convencido de que una compañía que pierde la confianza en su patrón no tarda más de un mes en abrirle la puerta de salida. No espera ni un minuto desde que decide que el 'jefe' no vale. El casting público con el que castigaron a Sampedro resultó tan vergonzoso como el tiempo que han aguardado para cambiar la cerradura de su vestuario. Creer en el ascenso y perpetrar estas maniobras son conceptos incompatibles.

Ahora llega Sergio, que tiene un 'victorino' de ocho jornadas, con el líder por delante, para enmendar a Luis César. El esperpento puede terminar en sainete o en drama, pero no parece que vaya a concluir con el equipo en el balcón del Ayuntamiento. Ojalá me equivoque, estaría encantado de rectificar, pero me da la impresión de que el problema del Real Valladolid va unas zancadas más allá de elegir el inquilino de su banquillo antes o después.

Reconozco que pensé que éste era el año. La confección de la plantilla y los primeros encuentros me hicieron creer, pero el desarrollo del curso no ha hecho más que apuñalar la ilusión de todos los aficionados. Más que pegar el último tiro, el club debe hacer examen de conciencia y un profundo ejercicio de autocrítica. El ascenso es posible, pero han perdido muchas horas y toda la credibilidad. El rendimiento del nuevo entrenador representa una incógnita, los resultados dirán. También habría sido arriesgado colocar a Víctor, por ejemplo, que se encuentra en la casa, pero de haberlo hecho, estoy seguro de que el cuadro castellano habría ganado tiempo y bondad entre sus fans. Para ascender y crecer hace falta algo más que poner el nombre de XIIPucela al nuevo Real Valladolid.

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