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Una noticia buena y una mala

Una noticia buena y una mala

La última jornada en Zorrilla será un duelo a cara de perro tras el cual solo uno de los protagonistas permanecerá en pie. La suerte para el Pucela es que depende de sí mismo y que se la juega en casa.

Joaquín Robledo

Lunes, 28 de mayo 2018, 10:25

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Qué se va a hacer, somos así. El humano es intrínsecamente cobarde y como tal, cuando la ocasión lo requiere, pasa sus buenos ratos buscando argumentos para evitar cargar con el peso de las culpas, bien tratando de que el error se convierta en transparente para que nadie lo vea, bien intentando que la responsabilidad recaiga en espaldas ajenas. A este juego de esconder yerros para evitar acarrear las reprimendas vamos aprendiendo desde los años de la infancia. Una de las más socorridas –e ingenuas– estrategias que se transmite generación tras generación consiste en envolver la falta cometida tras un hecho –aparentemente, solo aparentemente– positivo. Esto da lugar a escenas más o menos así.

– Papá, tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿por cuál empiezo?

– Por la que quieras hijo.

– Pues empiezo por la mala. Estaba jugando al fútbol en el pasillo y he dado un balonazo al espejo y al jarrón.

En este instante, la cara de todos los padres de la historia apuntaba un brote de ira a punto de estallar; pero antes de la explosión la tierna criatura sonríe y se lanza al vacío.

– La buena es que el jarrón no se ha roto.

Y es que, por más intentos que se hagan, la mezcla buena-mala suele dar algo nefasto como resultado global. Pero hay excepciones. El Pucela ha recibido hoy dos noticias, una buena y una mala. La mala, que ha perdido, ha quedado holgadamente superada por la buena, los que acechaban por detrás no han aprovechado el error y, de esta forma, los blanquivioleta siguen dependiendo de sí mismos para arribar en la posada del sueño. Para ello, eso sí, es imprescindible –no hagamos cábalas– vencer en la última jornada en lo que será un duelo a cara de perro, un duelo tras el cual solo uno seguirá en pie.

Borja, por años, por bagaje, por experiencia en estas lides, incluso por estética, tendrá que asumir los galones y lanzar hacia el combate a sus compañeros. El orensano, aunque la foto parezca desmentirlo, no porta el brazalete de capitán pero el próximo sábado tendrá que tensar los músculos de la cara y calentar las cuerdas vocales para asumir el protagónico papel de un Leónidas, un Braveheart o un Padilla presto para motivar a los suyos y bregar él mismo hasta la extenuación en un Zorrilla –espero–rebosante. La epopeya se escribirá después. Esperemos que para entonces también haya una noticia buena, haber logrado la clasificación, y una mala, aún no haber conseguido nada.

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