El Norte de Castilla
Real Valladolid

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La solidaridad de un gran equipo

Jesús Mediavilla.
Jesús Mediavilla. / Izquierdo
  • en blanco y violeta

  • La infancia de Jesús Mediavilla, presidente del Banco de Alimentos de Valladolid, destila añoranzas de la escuadra de los Lesmes, Coque y Matito y un sentimiento de superación pese a la adversidad que nace del fútbol

Este es su fin de semana. Su día ‘D’. Aunque todo el año son más que importantes y necesarios, la ‘Gran Recogida’ supone el punto álgido para ellos. Se trata del Banco de Alimentos de Valladolid que pasará en estas fechas de 70 a 1.200 voluntarios con el objetivo de recoger 200.000 kilos de productos para atender a esos 21.000 necesitados a través de las 200 asociaciones vinculadas. Todo un gran equipo a cuyo frente, en el banquillo del Banco, se encuentra desde hace no mucho Jesús Mediavilla (Valladolid, 23 de diciembre 1943).

Jesús llega a la cita aleccionado con la corbata morada y la camisa casi blanca. Su trayectoria profesional rezuma esfuerzo, trabajo y constancia. Estudió Formación Profesional primero y sacó el título de fresador, pero como su familia era humilde compaginó trabajos en Sava con otros en la joyería de Ambrosio Pérez; más tarde en Tremiño. Se decidió a estudiar Perito Industrial en una etapa de su vida en la que «trabajaba 12 horas diarias, iba 3 a la Facultad y dormía 4. Mi madre me decía que eso no podía ser así. Apenas tenía tiempo para ver a la novia una hora el fin de semana, ya que trabajaba y tenía que estudiar», relata Jesús.

Ingresó en Fasa y fue ascendiendo en el escalafón: jefe de Servicio en Valladolid, luego en Palencia hasta que le ofrecen ser jefe del proyecto del Renault ‘Laguna’ para lanzar este vehículo tanto en Francia como en España. Su trayectoria concluyó como director adjunto no sin antes haber apostado por Palencia como un foco importante de inversión de la marca del rombo. Sin embargo, fue una confesión de su mujer que poco antes de irse de este mundo el 8 de diciembre de 2013, le puso en el camino a seguir. «Me dijo que lo que le gustaría de verdad es ayudar a los demás, hacer una obra social». Ese fue el motor que impulsó e impulsa («todos los días la tengo presente») a Mediavilla a contactar con el Banco de Alimentos que por entonces comandaba José María Zárate (otro gran aficionado al fútbol, no en vano su hijo Miguel Zárate fue muchos años capitán del Real Valladolid Promesas). En agosto, una repentina enfermedad se llevaba también a Zárate y Jesús Mediavilla se ponía al frente del Banco de Alimentos de Valladolid.

La entrada de José María Zárate coincide con la de la organización e informatización de la parte logística del Banco de Alimentos, Además, se creó la página web que otorga una gran notoriedad e importancia. Es ahora con Mediavilla cuando se han duplicado los puestos de responsabilidad y, pese a que todas las tareas son altruistas, se ha adquirido un cierto compromiso cuasiprofesional, además de apostar por la formación del voluntario.

La infancia de Jesús Mediavilla reúne muchos anhelos futbolísticos: «Me acuerdo del Europa Delicias y de ver partidos y partidos en el campo de la Federación. Mi padre era sargento y un gran aficionado. Vivíamos en las casas militares y era para nosotros una tradición ser los primeros en entrar al viejo estadio. Vivíamos con mucha ilusión la llegada del partido. Llegábamos dos horas antes y nos sentábamos en la tribuna que tenía la torre con el marcador».

Su padre acudía con su hermano mayor Francisco, también militar y socio durante casi 50 años del Pucela y que dejó escrito que cuando muriera le enterraran con las banderas de España y del Real Valladolid, como así fue recientemente; y su hermano pequeño Quique, que «jugaba muy bien al fútbol y le llamaban Kubala». Jesús se sentaba siempre delante de su padre en una valla.

«Los que más me gustaban eran los hermanos Lesmes. Me acuerdo de Matito, Ortega, Lasala, Benítez, Saso». Con 13 años cuando venía del colegio Lourdes, siempre paraba a comprar el pan en la panadería de Coque, enfrente de los Franciscanos en el paseo Zorrilla: «Recuerdo a su madre, gordita, con pelo rubio». La memoria de Jesús Mediavilla conduce a un partido que enfrentó en el Viejo Zorrilla al Real Valladolid con el Atlético de Madrid. Fue un 23 de diciembre de 1952, dos días antes de que cumpliera 9 años. Era la jornada número 13 y el Valladolid de los Saso, Losco, Matito, Ortega, Lasala, Coque, Domingo, Valdés y otros. En el cuadro colchonero, un conocido de estas tierras, Helenio Herrera, se sentaba en el banquillo con la fama de consolidar, que no inventar, el ‘catenaccio’. «Íbamos perdiendo 1-4 pero en la recta final metimos tres goles –Coque (2) y Domingo– y logramos empatar ese partido. Y es que no se puede dar nada por perdido. También en el fútbol hay posibles».

Esta es parte de su filosofía. Esta y el sentimiento tan arraigado de solidaridad «en mayúsculas», donde el Estado o los poderes públicos no llegan y que «está evitando tantos conflictos sociales». «Yo digo que nunca pienses que los demás lo tienen que hacer. Si puedes tú aportar, aporta, porque le puede pasar a cualquiera. El hambre no se ve».

Son un gran equipo. Y hoy juegan también.