El Norte de Castilla
Real Valladolid

La verrugade Gila

  • lejos del área

Dicen que una pareja entra en crisis cuando lo que antes te parecía atractivo, ahora hasta te llega a molestar. El genial humorista Miguel Gila apuntaba al respecto que, el comienzo del deterioro de una relación, llega justo cuando aquel atractivo lunar se torna para la pareja en una reprobable verruga.

En el Real Valladolid, hace pocos meses, todos contemplábamos embobados la sonrisa de Roger, la tenacidad de Bergdich y hasta las locas carreras de Mojica nos parecían graciosas. El hecho de no repetir alineación, decíamos, nos tenía a todos implicados; nos mantenía alerta ante la rutina.

Ahora, este Pucela nos parece vulgar, lleno de defectos. Ya ni si quiera se quita el chándal para salir a bailar o ir a un buen restaurante. Se ha convertido en una pareja conformista, que se queda en el sofá viendo la vida pasar y se contenta con ir al cine y ordenar comida rápida una vez por semana.

Ese lunar junto a la boca ahora es solo una burda falta de gol; esos trotes sutiles ya se asemejan a cabras locas y la chica, que antes parecía un prodigio táctico, nos empieza a recordar a otras ex que no conviene ni mentar. El Real Valladolid nos ha puesto a la defensiva a base de hacerlo mal. De los goles y las gestas se ha pasado a los reproches y al aburrimiento. Este Pucela tiene que volvernos a enamorar. Toca ponerse guapo y cuidar, como antes, los pequeños detalles. No sería bueno para la estabilidad de la pareja llegar enfadados a Navidad.

Tras la victoria por la mínima ante el Recreativo muchos encendían, con razón, las alarmas en Valladolid. Sin embargo, una victoria siempre esconde por unos días las vergüenzas que puede tener un equipo. El hecho de estar todavía en puestos de ‘play-off’, también maquilló esta situación, que ya se puede calificar, cuanto menos, de preocupante. Tras este pírrico triunfo algunos apuntaban a que este Pucela, si no cambiaba, lo pasaría mal ante Osasuna, y así fue. Un poco de garra y pasión, personalizada en jugadores como Sisi, bastaron para doblegar a un apático Valladolid, que de nuevo se convirtió en el temido (por sus propios seguidores) equipo Aspirina. La victoria ante el filial catalán se antoja imprescindible para que todos nos vayamos de vacaciones algo más tranquilos. Ya se han escuchado pitos, el equipo parece estancado y el lunar de Rubi, que antaño enamoraba, está mutando en esa verruga de la que hablaba el magnífico Gila.