El Norte de Castilla
Real Valladolid

Mojica el deshuesador

El Alcorcón tenía tito. El que pone en sus equipos Bordalás. ¿Juegas contra él? Pues necesitas espinilleras de acero inoxidable, coraza, coderas y el yelmo de Mambrino. Toda precaución es poca. Y claro, llega a Zorrilla ese fantasma del pasado reciente con un Javi Jiménez vestido de verde Elche y perdiendo tiempo desde el minuto uno como si se llamara Jaime Jiménez y a uno le tiemblan las canillas. Y empiezan a conjugarse imágenes de play-off que le añaden más tensión al asunto. Toca el balón Rubén Sanz y vuelve la taquicardia de aquel último minuto con el Alcorcón de Anquela, con Valiente chorreando sangre y el estadio sin oxígeno.

El deshuesador de este equipo hueso fue Mojica.

Bueno, Mojica y un árbitro con propensión a convertir las patadas en tarjetas, que no todos la tienen. Así que al primer codazo de Nagore en el pestorejo de Mojica en un salto, amarilla. Al segundo castañazo sin venir a cuento, la segunda. Y para casa. Y luego llegó Antonio Martínez, que tuvo que ocupar su puesto, y para cuando se quiso enterar de por dónde soplaba Mojica ya tenía otra amarilla. Y en medio del festival el deshuesador metió al área el balón que acabó en el penalti sobre Pereira.

Listo. 1-0 y con un hombre más durante setenta minutos.

Lo que ocurre es que este Real Valladolid, como el otro día el Betis o como le ocurre muchas veces al Barcelona, cuando se ve en ventaja empieza a jugar calibrando otras cuestiones. Es superior al Alcorcón, tiene uno más, faltan muchas jornadas y busca maneras de rentabilizar sin exponer. Por eso la segunda parte, y más desde que se fue el deshuesador, digo Mojica, jugó poco. Tampoco sufrió, eso es cierto. Pero es mucho calcular contra un rival con tito. Como todos los del dichoso, e inolvidable, Bordalás.