El Norte de Castilla
Real Valladolid

Jugadores y responsabilidad

Escribía el sábado que Rubi había echado un órdago y lo había perdido, y que ello provocaba una partida nueva. Una partida en la que o no estaba el entrenador, o no estaban los jugadores, porque tras las decisiones de uno y las declaraciones de otros se percibe un cierto aroma de discrepancia. En Zorrilla el vestuario de la plantilla está situado justo enfrente del despacho del entrenador. Les separa la anchura del pasillo. Esa distancia, cuando las cosas van bien, es nimia, despreciable; pero cuando las cosas no salen, se convierte en un barranco cuyo fondo no se divisa.

A día de hoy Rubi no está en entredicho en el Real Valladolid. Nadie de los que ha de tomar la decisión de sacarle de la partida piensa siquiera en esa posibilidad. Si él quiere, Rubi será el entrenador del Real Valladolid la próxima temporada. En la categoría que sea. Y, si el jugador quiere, Álvaro Rubio será uno de los profesionales que tendrá el de Vilassar de Mar a sus órdenes.

Viene esto a cuento de que, en esta semana de pasión que está viviendo el Valladolid, los costaleros que llevan el paso del equipo están funcionando de manera poca solidaria. Por lo que sea, en Valladolid tenemos todos -empezando por la prensa-, la tendencia de mirar hacia el banquillo más que hacia el terreno de juego cuando las expectativas no se cumplen.

Si resulta que el Pucela tiene una de las mejores plantilla de la categoría y el entrenador no logra sacar rendimiento ¿no será también porque la plantilla no está dando el 100% de lo que debe dar? Seguro que sí. ¿Y porqué a ellos no se les piden responsabilidades? Ah. Eso es un arcano. Admito, y me pongo el primero delante del pelotón de fusilamiento tuitero, que tengo tendencia a defender a jugadores como Óscar o Rueda. Pero ninguno está dando lo que se les debe reclamar por condición y trayectoria. Ellos dos, y otros como Jeffren, deben de pensar en el equipo más de lo que lo están haciendo, y olvidarse de sí mismos.

O la gente con peso en el vestuario tira del carro, o los bueyes acabarán despreciados en un lado del camino. El dueño de la carreta no tiene intención de cambiar de arriero.