El Norte de Castilla
Real Valladolid
Peña le gana la partida a Momo, en uno de los choques del partido.
Peña le gana la partida a Momo, en uno de los choques del partido. / Mykel

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Vuelva usted mañana

  • El Valladolid recupera las buenas sensaciones pero sigue sin ganar y aplaza el desenlace, con ayuda de los rivales

Es un mensaje para quienes únicamente entienden el fútbol como un viaje hacia la victoria o la derrota; para aquellos a quienes el último pase, la emoción, el ‘fair play’ o la dureza de un juego colectivo de contacto, la táctica, el entendimiento o la capacidad de destrucción son aspectos secundarios. Para ellos, los jugadores del Real Valladolid dejaron claro el mensaje, ayer, en Las Palmas de Gran Canaria: ‘Esperen una semana más para ver de qué somos capaces; para desvelar si usted anima a un equipo que el año que viene jugará contra el Madrid, el Barça, el Atleti y el Athletic, o despotrica contra un perdedor, obligado a alcanzar el clímax en los derbis regionales’.

Para estos aficionados, el resultado del encuentro de ayer se resume en el ‘vuelva usted mañana’ de Larra, que para los que no le conozcan tiene un remedo en la actualidad con el ‘hoy, no, mañaaana’ de Mota.

Que decidan las urnas

Los jugadores del Real Valladolid parecen empeñados en que nada se decida antes del 24 de mayo, día de las elecciones municipales y autonómicas.

En esta jornada, la antepenúltima del campeonato, el Real Valladolid recibirá en Zorrilla al Zaragoza, a quien ganó a domicilio por 0-2, con dos goles de Óscar, en la primera vuelta, aquella en la que el Valladolid parecía que solo tenía que decidir la fecha en la que sería matemáticamente equipo de Primera. Para entonces, cuatro jornadas mediante, es muy posible que el Real Valladolid ya no pueda aplazar más una decisión de su futuro. Si es que llega con posibilidades, algo que hasta ahora solo ha conseguido debido a que algunos de los favoritos pinchan como por simpatía cuando lo hacen los pucelanos.

Nadie tiene la respuesta

Hace semanas que no falta en una entrevista con jugadores o técnicos la pregunta sobre si ya está todo decidido en torno al ascenso. A falta de siete partidos –21 puntos– es evidente que no puede haber una respuesta definitiva. Solo sensaciones, que ayer mejoraron con respecto al juego del Real Valladolid, aunque no son tranquilizadoras.

El punto obtenido en Las Palmas es, sobre todo, un aplazamiento, a la vista del resultado de otros aspirantes al ascenso. El Betis, descolgado, hace su campeonato, de momento ajeno a las cuitas de sus seguidores. Tiene seis puntos más que el segundo y ya está a doce del Real Valladolid.

El Girona parece empeñado, tras pasarle por encima a los de Rubi en Montilivi en parecerse a los sevillanos más que al resto del grupo.

Y después llega una tropilla de aspirantes venidos a menos, entre los que se encuentra el Real Valladolid que, aunque solo sea por motivos estadísticos, está ya en disposición de sumar de nuevo tres puntos, de alcanzar una victoria que se le resiste. Y ayer hizo lo que pudo. Más de lo que ha demostrado durante los últimos encuentros. Incluso tuvo unos minutos de gloria porque su ambición fue superior a la de los anfitriones y, después de aguantar una primera parte con alternativas, decidió que ya era hora de dar una alegría a la parroquia pucelana. Y se la dio, pero fue tan breve que no dio tiempo a paladearla.

Seis minutos de felicidad

El segundo mensaje claro que dejó ayer el real Valladolid en Las Palmas de Gran Canaria es lo frágil que es la felicidad, lo efímero de esa sensación. Ayer fueron en torno a seis minutos de plenitud, porque el Real Valladolid saltó tras el descanso con ganas de comerse a su rival. Por más que desde la isla llegaran mensajes sobre lo sorprendente del tanto, el gol de Roger culminaba los minutos más ambiciosos e intensos de los de Rubi. No daban la impresión los pucelanos de estar aguantando el empate para esgrimirlo como una victoria ante uno de los mejores equipos de la competición en casa.

El Pucela se había volcado sobre la portería de Casto con la intención de compensar el empate del domingo anterior frente al Sabadell. Y estuvo a punto de conseguirlo. El héroe que, tras el partido, reconoció su mutación en villano tras fallar un segundo gol que pudo haber sido definitivo, tuvo en sus botas la posibilidad de que las especulaciones sobre el Real Valladolid tuvieran más fundamento. Pero Roger no tuvo suerte, a pesar de que volvió a ser uno de los que mejor cumplió con su rol.

Juego y emoción

Son dos de los motivos por los que se paga una entrada para entrar en un estadio. O el abono a una plataforma de televisión. Juego y emoción. Con respecto a lo primero, si comparamos con los grandes equipos españoles o europeos, tan accesibles ahora, es posible que haya discrepancias. Pero ayer el Real Valladolid demostró que tiene equipo para codearse con los mejores. Y a domicilio, a pesar de que sigue sin conseguir una victoria fuera de casa.

Lo indiscutible es la emoción de un segundo tiempo plagado de ocasiones. También de errores y evidencias de las limitaciones técnicas y hasta físicas, porque algunos jugadores empezaron a errar de forma alarmante, al parecer porque estaban fundidos, porque habían corrido como pocas veces, porque se habían entregado al ciento por ciento. Pero hubo mucha emoción, lo que significa que hubo alternativas y que el rival no fue un esparring accesible. A la presión del Pucela tras el descanso, se sucedieron durante los últimos minutos una serie de oportunidades de los locales que tuvieron ocasión de darle la vuelta al partido. No es casual que once de sus dieciséis victorias las haya conseguido ante su público. Y ayer estuvo a punto de certificar el porqué.