El Norte de Castilla
Real Valladolid

desde la banda

El cuento de la lechera

Siete-cero, seis-uno o cinco-dos son las cifras más repetidas esta semana entre los seguidores del Real Valladolid. Todas dan por hecho que no perderemos más esta temporada y que deberemos ganar cinco, seis o siete partidos para lograr el ascenso directo. A modo de cuento de la lechera nos hemos olvidado de que no hemos sido capaces esta temporada de marcar un gol en más de un tercio de los partidos y, sin embargo, damos por hecho que somos claramente superiores a nuestros siete rivales.

El caso es que hay quien se plantea cuál debe ser el objetivo del equipo de aquí a final de temporada. Hay quien piensa que debemos centrarnos ya en el ‘play-off’. Hacer una especie de pretemporada de siete partidos para llegar física y mentalmente preparados a las eliminatorias. Hay quien pide luchar por el tercer puesto para tener la ventaja en casa en dichas eliminatorias y por ultimo hay quien pide luchar hasta el final aun a costa del desgaste que eso supone.

Mi humilde opinión es que debemos jugar cada partido como si fuera el ultimo. Buscar una identidad que no hemos encontrado o que cuando la hemos encontrado no la hemos hecho nuestra. El famoso ‘partido a partido’ donde tan importantes son los tres puntos como encontrarnos como equipo. Si nos ponemos como objetivo ganar los siete partidos corremos el riesgo de quedarnos sin objetivo cuando perdamos el primero.

Hace un mes muchos decían que era imposible el ascenso con esos resultados fuera de casa. Hoy todos desearíamos haber seguido ganando en casa y perdido fuera. Por eso me parece absurdo hacer números.

Ese es el objetivo del equipo. Pero creo que nosotros también debemos marcarnos un objetivo. La división social que aprecio es como el iceberg que hundió el ‘Titanic’. Ya sé que el ‘Titanic’ no iba a remos, pero a este transatlántico solo lo salvaremos remando todos en la misma dirección. Y si no somos parte del barco, somos el iceberg. Sé que es difícil después de todo lo que hemos pasado los últimos años pedir calma, pero creo que es un acto de generosidad que no le vendrá mal a la plantilla.