El Norte de Castilla
Real Valladolid

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Portugal, el hombre tranquilo

  • Aunque ha trabajado más como director deportivo que como entrenador, Suárez y Braulio han valorado especialmente su capacidad para llevar calma a un grupo sin confianza

La derrota ante el Oviedo en el Jose Zorrilla fue el chispazo que hizo saltar todas las alarmas en Suárez y en Braulio. Desde ese día presidente y secretario empezaron a ver claro que más pronto que tarde había que dar un golpe de timón al equipo. Pero antes de tomar una decisión decidieron que era mejor analizar en profundidad lo que estaba pasando y no precipitarse. Ambos eran conscientes de que demorar una semana la decisión podía suponer quedarse sin el técnico que más les convencia -Quique Setién-, ya que eran conscientes de que el cántabro era el mejor colocado para suplir a Paco Herrera en la UD Las Palmas. Pero era un riesgo que decidieron correr, Si el equipo ganaba al Llagostera todo podía cambiar, y ambos creían que Garitano aún podía revertir la situación. El vestuario, además, hacía llegar mensajes de calma y de unión.

Así que Braulio y Suárez analizaron y analizaron la situación. Durante la pasada semana hablaron no solo entre ellos, sino con mucha gente. Juntos y por separado. Dieron la vuelta  como un calcetín al equipo. Lo miraron desde arriba, desde abajo, simularon las peores situaciones, valoraron que un cambio de entrenador dejaba al club sin margen en el mercado de invierno... Y sacaron sus conclusiones. Conclusiones que se reforzaron con los entrenamientos de la semana previa al choque de Palamós. Garitano y sus hombres prepararon el partido con un mimo casi de relojero. Practicaron y ensayaron hasta cómo defender los saques de banda. Y en el primero que hubo llegó el primer gol. No había solución.Carlos Suárez, cuando el Pucela encajó ese gol, comprendió que el análisis que habían hecho era el correcto: el equipo no tenía confianza alguna en su juego, en ellos mismo, en los técnicos. En nada. Era un grupo desnortado. Y la solución debía de llegar por ese lado.

Y por eso Portugal ha sido el elegido. Como podía haberlo sido Eusebio Sacristán. El burgalés es un hombre tranquilo, paciente, con mano izquierda, con una amplia trayectoria como director deportivo en la que ha tenido que hablar mucho, negociar más, y tener mano izquierda por toneladas. Y eso ha sido, principalmente aunque no lo único, lo que ha pesado.

El estilo de juego del nuevo entrenador también ha tenido mucho que ver en la elección. Portugal juega por lo general un 4-4-2 y con el balón por el césped. Para Braulio el tipo de juego que mejor le va ahora a este Pucela desconfiado de sí mismo. Asume que a Garitano no le dieron los hombres idóneos para el juego que practica el vasco, pero también que el técnico cometió errores de gestión flagrantes.

Toca cambio de rumbo, por lo tanto

Y Portugal enfoca el giro que el presidente y su mano derecha deportiva consideran que ha de hacerse. Sobre el papel Portugal es una buena elección, pero en la hoja de pros y contras que dibujaron Suárez y Braulio hay dos características que se subrayaron en rojo: que es más director deportivo que entrenador y que suele jugar con dos medios centros físicos, perfil que no hay en el Valladolid actual y que dificilmente lo habrá en toda la temporada.

La presencia de Javi Baraja y Rubén Albés se explica, por tanto, en función de todos estos datos. Portugal no puede perder tiempo conociendo a los jugadores. Baraja y Albés ya saben cómo son. Y, ambos, son estrategas. Ellos se van a encargar de los detalles de las jugadas preparadas, y Portugal tiene que recuperar la confianza del grupo, hacerles creer de nuevo en sus capacidades, devolverles autoestima y ponerles a jugar de la manera en la que la plantillla se sienta cómoda. De aquí se sale, dicen en Zorrilla, con motivación y juego, no con presión y pelotazos.