El Norte de Castilla
Real Valladolid

El Pucela vuelve a las andadas

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Jairo, autor del único gol del partido encara a Chica. / LOF

  • Los de Miguel Ángel Portugal vagaron como alma en pena en Montilivi y perdieron ante el Girona

Los primeros 45 minutos fueron un tedio absoluto, aderezado únicamente con un lanzamiento al palo de Mata en la mejor y prácticamente única ocasión por parte de ambos bandos en la primera mitad. Y eso que hubo intensidad, al menos por parte del Girona, que presionó muy arriba y apenas dejaba oportunidad a Álvaro Rubio o Leao a sacar el balón jugado desde atrás. La presión local era tan arriba y tan fuerte que los blanquivioletas, sin apoyos, se vieron destinados a perder los balones en el centro del campo y defender. Y eso si que lo hicieron con acierto ya que después de unos minutos de agobio gerundense, el partido entró en una fase realmente anodida. De hecho, hasta el minuto 10 no se produjo la primera falta del partido, sobre Diego Rubio. Fueron precisamente estas faltas sobre el delantero blanquivioleta las que permitieron al Pucela llegar al área de Becerra, siempre con más intención que eficacia. Al cuarto de hora, después de un par de avisos pisando área, Mata envió un remate al poste izquierdo de Kepa, sin duda en la mejor y prácticamente única ocasión del partido. El posterior remate de Eloi fue despejado por la defensa.

El Pucela, completamente desconectado entre el centro del campo y la delantera, apenas era capaz de superar el centro del campo y cuando lo hacía, solo en un par de ocasión tuvo arrestos para meter el balón en el área catalana. Así, Becerra fue un espectador mas en Montilivi, ya que los de Miguel Ángel Portugal ni siquiera dispararon entre los tres palos para ponerle a prueba. Oscar, demasiado metido en la línea de delanteros, apenas colaboraba en la salida del balón, y la presión del Girona se comía los intentos de ataque, por lo que el Pucela comenzó a recordar los patadones de Garitano, que indefectiblemente acababan en las botas del rival.

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  • Girona CF 1-0 Real Valladolid

Una prueba más de lo anodino del juego por parte de ambos, mucho más del Valladolid, fue el hecho de que el primer saque de esquina del partido fue para el Girona en el minuto 36 de partido y que evidentemente se botó sin consecuencias. De esta forma se consumieron los primeros 45 minutos.

La segunda parte comenzó con la sorpresa del cambio de Samuel por Marcelo Silva, que llevaba una tarjeta. No fue un buen augurio. A los dos minutos, aprovechando la pasividad de la defensa blanquivioleta, Jairo cabeceó a gol y adelantó al Girona. Con el marcador en contra se esperaba la reacción de los hombres de Miguel Ángel Portugal, pero no llegó. Nunca llegó. El equipo era incapaz de hilvanar jugada alguna. Álvaro Rubio estaba demasiado solo a la hora de sacar el balón, Óscar demasiado lejos, y los demás compañeros impávidos y paralizados a la espera de que les llegase el balón a los pies. En esta situación, el partido volvió a parecerse al de la primera mitad. Un equipo que presionaba, que sabía a lo que jugaba cuando tenia el balón, que era el Girona, y otro, el Pucela, incapaz, fallón, sin apoyos, todo un compendio de los males que llevaron a Garitano a abandonar el banquillo.

Los cambios solo sirvieron para que Timor exhibiese peinado y se ganase una tarjeta amarilla. Poco más hizo el centrocampista que sustituyó a Leao. El Girona, a lo suyo, pudo marcar en un par de ocasiones el gol de la sentencia, incluso le anularon un tanto, pero Kepa sí estuvo acertado para tapar los agujeros que dejaba la defensa.

Como único remate peligroso del Pucela en 94 minutos, un disparo de Juan Villar desde el borde del área que golpeó el palo por fuera. Fue la única ocasión de peligro real del equipo de Miguel Ángel Portugal, transformado en un alma en pena en Montilivi, donde la tradición en forma de maldición dice que el Pucela nunca ha ganado. Esta temporada tampoco.