El Norte de Castilla
Real Valladolid
Miembros de la peña Real Valladolid en Madrid, en la comida previa al partido ante el Alcorcón. RAMÓN GÓMEZ
Miembros de la peña Real Valladolid en Madrid, en la comida previa al partido ante el Alcorcón. RAMÓN GÓMEZ

Madrid descubre parte del corazón pucelano en la diáspora

  • Decenas de vallisoletanos emigrados a la capital del Reino reforzaron la grada blanquivioleta en Santo Domingo

Algún (a) pijo (a) de Parquesol –lo reconocía–. Descendientes de los ferroviarios de Delicias. Populares –de pueblo– de La Rondilla. Trabajadores, en definitiva, emigrados a la capital, a los que los colores, sobre todo el violeta, les reverdecen cuando el Real Valladolid se acerca. De modo que, en vez de tirarse al sofá, emergen, como zombis, se reúnen y tiñen de color pucelano el entorno.

¡¡Piii!!! «Aquí... nos dicen que hay una peña numerosa de los de Valladolid. Vamos para allá». El policía nacional, al lado de la ‘lechera’, advierte la presencia pucelana. Saben que son pacíficos, pero esto es Alcorcón. Una hora más tarde, un par de patosos locales tuvieron que ser evacuados del campo por las fuerzas de seguridad. Los locales, antes, se habían dado un homenaje en el Mesón Qachito Asador, a doscientos metros del Santo Domingo. Es sede, además, de la peña alfarera Corazón Amarillo. Y, sobre el dintel, figura también un cartel que acredita el comedero como sede de una peña madridista. Pero dentro, lo que mandaba ayer desde poco después de las 14:00 horas era el Real Valladolid. 26 comensales blanquivioletas lo confirmaron. Además de un montón de transeúntes que trajinan la barra con las camisetas pucelanas más peregrinas, con patrocinadores desaparecidos, jugadores retirados y marcas de ropa que ya no se ven en Valladolid.

Eran parte del corazón blanquivioleta, que ayer inundó el entorno de Santo Domingo y amortiguó el efecto campo de los locales. No sabían cómo se iba a desarrollar el encuentro, ni las alineaciones, ni las novedades de última hora si es que se iban a producir. Pero sabían que estaban por el Real Valladolid.

Además de emigrantes había pucelanos consortes y una nueva generación de mocosos de pocos años –algunos de meses– que lucían los colores blanquivioleta.

Más tarde, en el campo, ni siquiera sabían cuántos eran. Cincuenta del autobús de las peñas, más de un centenar en coches particulares y los de Madrid. La peña Real Valladolid en Madrid, que cumple 10 años, llevó al menos a 26 de sus 50 socios a calentar al restaurante ‘multipeña’ de los aledaños. Allí, su presidente, Óscar Bartolomé, pucelano consorte por mor de Rebeca Gil, socia del Pucela antes de conocerle –al presidente de la peña el amor a los colores pucelanos le vino con la dote–, dirigía a una legión de trabajadores nacidos o criados a orillas del Pisuerga que se ganan la vida en Madrid.

Cada uno, una historia

La afición les une cuando hay oportunidad de apoyar al Pucela. Pero cada uno tiene una historia. Durante la comida y el cigarro posterior, en la calle, como mandan los cánones, la desgranaban precipitadamente.

Un joven con barba que se niega a dar su nombre –Josema, se le escapa a un amigo– ha pedido la tarde libre para apoyar al Pucela en Santo Domingo. Es guía turístico y ayer le tocaba Toledo. Pero hizo parada en Alcorcón.

Silvia es la más atractiva del grupo que empieza a hacer la digestión a la puerta del restaurante tras la comida. Es de Parquesol. Trabaja en un hotel, el la Carrera de San Jerónimo. Ysolo viaja a Valladolid cuando hay partido del Pucela. «La disculpa es mi madre, pero ella ya lo sabe».

Antes, varios grupos que habían comido en la barra habían iniciado ya el breve camino hacia el estadio de Santo Domingo.

Alguno de los grupos era de lo más heterogéneo. Ángel Viruega, Marco Muñoz y Gonzalo Fernández, de entre 26 y 27 años –¿quién ha dicho que no hay relevo generacional en la afición pucelana?– se lo estaban pasado de miedo en la barra. Trabajan en Madrid y se reúnen cuando hay partido accesible de su Pucela. Cualquiera diría, al oírlos, que el Real Valladolid había sumado ya su tercera victoria consecutiva. Daba la impresión de que el fútbol, para ellos, era solo una disculpa para divertirse. También para hablar de club sin ninguna corrección política.

–¿Qué os parecen los últimos fichajes?Los de invierno. Cómo se ven con la perspectiva de la distancia?

–Mal. No nos gustan. Y la gestión de Sureda, poco. Dilo. Pero veneramos a Álvaro Rubio. Sabemos lo de su lesión.

Otro grupo reclamaba su parte d protagonismo. «Somos del Frente Blanquivioleta, y mandamos un saludo al presidente, Pedro Pablo Rubio, para que se anime a venir, que no lo ha hecho».

Además de vallisoletanos con camiseta y bufandas, los aficionados llevaban algunos ‘prestados’ de otras provincias para hacer fiesta y bulto. Era el caso de Raquel, canaria de La Laguna, incrustada en un grupo pucelano, con su amiga Sandra, esta sí, de Parquesol.

Los pucelanos entraban y salían del Mesón Qachito Asador, pero seguían siendo mayoría. Luego, el Barça-Atleti, en la televisión, se hizo protagonista.