El Norte de Castilla
Real Valladolid
C
C / aricatura de Santiago Bellido Blando

josé luis soto, exfutbolista

Dos hombres y un destino

  • Brasi, en la Ponferradina; Soto, en el Real Valladolid y en el resto de los equipos en los que jugó. El futbolista gallego comenzó y se retiró en la Sociedad Deportiva con su apodo, pero un 3 de septiembre de 1995 debutó en Primera con el Pucela, ante el Barcelona, con el número 11 y su apellido en la camiseta

El 13 de julio de 1995, la LFP tomaba una serie de medidas importantes. Una de ellas se circunscribía a que a partir de esa campaña las camisetas de los futbolistas llevarían, al lado del número, el nombre o apellido a imitación a lo que se venía haciendo en otras ligas o en el último Mundial de fútbol de EE UU.

El 3 de septiembre, José Luis Soto María (Fradelo, Orense, 4 de agosto de 1972) debutaba plagado de nervios en Primera con el Real Valladolid, en un encuentro que le enfrentaba al Barcelona de Cruyff. El Valladolid cayó 0-2 en casa y Soto jugó 55 minutos. «Tuve una ocasión, pero se me fue larga», se lamenta tiempo después. Hasta ese momento, el marcador era de 0-0. En su camiseta, con el número 11, lucía su apellido: Soto. En realidad, Soto ya lo era desde que llegó a la capital de España. Pero no antes…

Procedente del Fuentesnuevas y luego de la SD Ponferradina, Soto militó después en el Real Madrid C, en el Talavera, en el Numancia con Miguel Ángel Lotina, el año antes de la hazaña de la Copa del Rey, hasta que firmó tres campañas por el Real Valladolid. Extremadura, dos años, y Sporting de Gijón, otros tres, para volver de nuevo a la SD Ponferradina, donde con 33 primaveras colgó las botas tras lograr el ascenso a Segunda división. Sin embargo, Soto en Ponferrada (en los dos etapas en las que estuvo) era Brasi. Brasi, por brasileño, ya que se le recuerda de pequeño cuando iba a entrenarse con una camiseta de la selección carioca. «Vine de Barcelona por el trabajo de mi padre. Ya en el colegio, jugaba con una camiseta de Brasil y desde ese momento me llamaron Brasi», relata el protagonista.

Tras su marcha a la cantera del Real Madrid, en la entidad merengue le hicieron despojarse de ese apodo. «Cuando me fichan, con 17 años, me recomendaron que usara mi primer apellido». Allí descubre una bonita etapa de juveniles, un torneo en Holanda, otro en Colombia... En el filial blanco coincide con Santamaría, Morales, Belenguer, el portero Valerio, Antía. Luego en el Castilla, con Víctor y Dani… También con Rafa Benítez, que se convierte en su valedor para que luego vaya al Real Valladolid, primero, y al Extremadura, después, acompañándole.

En Pucela aterriza con Benítez en un proyecto de Segunda que disputa la Primera categoría. Juega en punta. Sin embargo, con la llegada de Vicente Cantatore, Soto comienza a alinearse de lateral, de carrilero por la izquierda en una defensa de cinco auspiciada por Álvaro Gutiérrez por delante. «Incluso me puso de mediocentro. Lo importante es que el chileno te daba confianza», dice Soto, que, en el tercer año, con Sergio Kresic, apenas jugó.

En total, Soto o Brasi, un mismo futbolista con dos nombres de guerra (un apodo o su primer apellido) firmó 414 partidos en 15 temporadas y 72 goles, que llegan a la centena si se suman los que marcó en Tercera con la camiseta blanca. La campaña 1994-1995, con el Numancia en Segunda B, donde anotaría 19 goles; la 1996-1997, en el Valladolid, con 5 que llevó al equipo a jugar en Europa; la 2000-2001, con el Sporting, o la 2004-2005, con la Ponfe (con 10 goles en cada), fueron las más realizadoras para este futbolista de buena pegada, regate fácil y acciones rápidas, que llegó a participar en dos encuentros de competición europea contra el Skonto de Riga, y en casi cien partidos en la máxima categoría.

Su fichaje por el Sporting de Gijón también vino condicionado por la presencia de Cantatore. «Me llamó y fui encantado, perdonando dinero al Extremadura, porque era una buena oportunidad. Allí me fueron bien las cosas. El primer año marqué 10 goles, jugando arriba, y 8 en la primera vuelta, hasta que firmaron a Manel».

Allí coincidió dos años con un joven David Villa que procedía de la zona minera de Tuilla. «Jugamos un partido contra el Nàstic. Era final de liga y a los dos nos valía el empate. A la media hora del segundo tiempo, se me acercó el capitán de ellos para que ambos bajáramos el ritmo y dejáramos pasar el tiempo. Lo empezamos a decir entre los jugadores hasta que Villa lo escuchó. Entonces empezó a correr, a presionar, a tirar a puerta. ‘Dile algo a este’, decían los contrarios. No hubo manera. ¡Me acuerdo de que se fue de mala leche! Se le notaba que ya hacía cosas, que quería comerse el mundo. Fue ponerle y luego no hubo manera de sacarle del once. Le dije a Elena [su mujer], que ese era el que me iba a quitar el puesto».

A lo Butch Cassidy (Paul Newman) y Sundance Kid (Robert Redford), con cualquiera de sus dos nombres ‘artísticos’, Brasi o Soto, este se queda con «la maravillosa vida del futbolista. Haces lo que te gusta desde niño… Lo peor es que se acaba muy pronto. Demasiado». Destino.