El Norte de Castilla
Real Valladolid

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Sueños rotos en los Campos Anexos

Iván Casado y Julio Iricibar
Iván Casado y Julio Iricibar / El Norte
  • Los canteranos Iván Casado y Julio Iricibar lamentan su salida tras 10 y 14 años en el club blanquivioleta

El fútbol está lleno de expectativas cumplidas, pero también de infinitos sueños rotos. Las decepciones más amargas las viven los canteranos que escalan peldaños por las distintas categorías inferiores de un club y, cuando se ven a las puertas de la plantilla profesional, reciben el revés que habían sorteado durante tantos años: el club ya no cuenta con ellos para cruzar el último umbral. En esa tesitura se han encontrado durante este mes de junio el defensa central Iván Casado (Dueñas, Palencia, 1993) y el portero Julio Iricibar (Valladolid, 1993), dos futbolistas alimentados en los Anexos durante años y años de ilusiones ahora frustradas.

«No te voy a negar que me ha dolido porque llevo 14 años en las categorías inferiores del Real Valladolid, desde que estaba en benjamines, y me he quedado a un pasito del primer equipo. Me lo podía esperar, viendo que el club no se había puesto en contacto conmigo y que a otros canteranos sí les habían comunicado que continuaban. Pero el fútbol no se acaba aquí, ni muchísimo menos. Espero seguir creciendo el próximo año en otro equipo», apunta Julio Iricibar.

Su compañero Iván Casado se enteró de que no seguía cuando el Real Valladolid publicó las bajas del Promesas en la página web. «El club no me llegó a comunicar nada oficialmente. Supuse que sería así porque acababa contrato y no me habían ofrecido la renovación ni nada. Es duro porque llevo muchos años en los Anexos, pero el fútbol no se acaba ahí».

«En mi caso», explica Julio Iricibar, «tuvo que venir mi representante a hablar con ellos porque no se habían puesto en contacto conmigo y ya empezaba a ser un poco tarde para buscar equipo».

Iván Casado y Julio Iricibar son amigos más allá del fútbol y han compartido durante una década los sueños del pasado y los sinsabores del presente en los vestuarios de los Campos Anexos. Los dos han comprobado lo difícil que resulta rebasar la última barrera y consideran que los canteranos siempre están obligados a demostrar más que los de fuera. «Sí, es un sentir que tenemos todos», confirma Iván Casado. «Al final cuesta mucho que te den una oportunidad y tienes que hacer muchísimas cosas bien para jugar cinco minutillos. Esa oportunidad puede llegar, pero que dispongas de continuidad ya es más difícil».

La esperanza de volver

El vallisoletano Julio Iricibar constata que el dicho «nadie es profeta en su tierra se ha hecho realidad esta vez». En su caso, albergaba muchas esperanzas de formar parte esta campaña de la primera plantilla blanquivioleta. «No voy a negar que me lo había imaginado así. El Real Valladolid ha tenido este año dos porteros cedidos que se iban a ir en verano. ¿Por qué no podía estar yo en el primer equipo si ya había jugado dos partidos este año? Sí, me veía ahí».

«Yo tenía ese sueño», desliza Iván Casado. «Ves que pasas por todas las categorías, que llevas aquí diez años, que entras en dos convocatorias en Primera y que juegas un partido en Segunda y te preguntas ¿por qué no? Creo que he hecho méritos para que me dieran, al menos, la oportunidad de intentarlo».

Julio Iricibar también tenía muy definido su objetivo, pero no pierde del todo la esperanza. «Soñaba con jugar aquí, en el Real Valladolid, con mi gente, en mi ciudad. De momento, esa meta no se ha hecho realidad. Pero nunca se sabe. Quizá algún día pueda regresar a casa y triunfar».