El Norte de Castilla
Real Valladolid

fútbol femenino

Real Valladolid en femenino y singular

Real Valladolid en femenino y singular
/ Santiago Bellido
  • por donde pasa el pisuerga

  • Mari Carmen y Toñi Orobón fueron dos de las jugadoras que portaron la elástica blanquivioleta en 1970, cuando el primer equipo militaba en Tercera División

En estos días que suceden al Día Internacional de la Mujer, si echamos la vista atrás cuarenta y cinco, cincuenta años, la vinculación al fútbol del sector femenino la encontramos pero de forma muy reducida. Solo como espectadora, aficionada o socia en un mundo inicial y exclusivamente de hombres. Si la mujer practicante en el deporte no era muy habitual, aunque había excepciones, en el fútbol era una ‘rara avis’. Los casos de las hermanas Orobón, Mari Carmen y Toñi, son dos ejemplos.

Aun así, quizá la primera referencia escrita sobre fútbol femenino se dio bastante tiempo antes en ‘El Mundo Deportivo’ en mayo de 1914, donde se decía que en el campo del Español se había producido el primer partido de fútbol entre representantes del «sexo débil», aludiéndose de forma despectiva a «las niñas futbolistas», así como a sus maneras y formas de jugar «no muy femeninas».

Durante la posguerra, el deporte estuvo vinculado al Frente de Juventudes y a la Sección Femenina de la Falange, y allí las mujeres se incorporaron a disciplinas como el baloncesto, atletismo o voleibol. Sin embargo, el fútbol fue siempre inherente a la masculinidad, y la presencia de féminas no pasaba de encuentros concretos benéficos o festivales deportivos.

Es en 1969 cuando la Football Asociation reconoce la rama femenina de este deporte como consecuencia del crecimiento acaecido en el Mundial de Inglaterra. Un año después, en 1970, comienzan a surgir los primeros clubes en España. Así, el Sizam Paloma de Madrid, fundado el 16 de octubre, fue uno de los primeros y más relevantes. Allí jugaba Conchi Sánchez, apodada ‘Amancio’, una gran futbolista que años después se fue a jugar a un equipo italiano con ficha profesional. El Racing de Valencia y la Peña Femenina Barcelona, vinculada al club culé, fueron otros de los equipos que nacieron en esos primeros años de la década de los setenta derivando posteriormente en el Consejo Nacional de Fútbol Femenino, integrado inicialmente por trece clubes. Aun no reconocidos por la Federación Española (lo hizo en 1980), se disputó un encuentro internacional entre España y Portugal en febrero de 1971 y en La Condomina de Murcia con resultado final de 3-3.

Bajo diferentes connotaciones se daban otras alternativas como el partido de folclóricas organizado por el presidente del Rayo Vallecano, Pedro Roiz, con un matiz más festivo y colorista y en el que Marujita Díaz, Rocío Jurado o Lola Flores se vistieron de corto en una pantomima con tintes benéficos.

En tierras vallisoletanas, también existió esa ilusión por generar un equipo femenino. El Real Valladolid descendía ese año 1970 a Tercera División, desde donde iba a coger impulso de nuevo con jugadores canteranos y jóvenes como Cardeñosa, Fede, Lorenzo, Álvarez o Llacer para ascender a Segunda. Santiago Gallego, un periodista, tomó las riendas como presidente de la entidad blanquivioleta que ya miraba hacia las féminas. No en vano, la actriz Concha Velasco se convertía en madrina del equipo de fútbol el 18 de septiembre, posando con un balón y con toda la plantilla y haciendo el saque de honor en el tradicional partido de Ferias. Ese año, con el descenso de categoría hasta los más bajos infiernos de Tercera, el público había dado la espalda al equipo en forma de desbandada y los apenas 5.000 socios eran sujetados por las ideas innovadoras del nuevo presidente. «Una de esas era el equipo femenino», dice Toñi. «Era un aliciente más para sacar el abono el presenciar un partido de unas chicas en pantalón corto. Iba casi tanta gente a vernos a nosotras como al primer equipo». Pese a todo, la experiencia fue efímera. Todavía eran los pinitos del fútbol femenino a nivel nacional y aun no se disputaban encuentros federados.

«Recuerdo que disputamos unos cinco partidos, uno en Medina del Campo, con la Cultural Leonesa; otro en Íscar, y otro en el Viejo Zorrilla, contra el Sizam de Madrid, un equipazo con unas chicarronas grandísimas al que ganamos 3-2», relata Mari Carmen.

Duró poco, pero se lo pasaron muy bien. Las dos aún tararean con la música apropiada una canción que repetían en los viajes: «Somos cinco delanteras, las cinco a cual mejores, pero tenemos a Celia, aúpa, que es la que mete los goles…». Tiburcio, utilero y masajista también del Europa Delicias, les acompañaba en los viajes con un acordeón ya que tocaba en una orquesta pequeña, pero también con pastas y vino de Málaga. El entrenador era otro de los recordados, Paco Abril. Tanto Mari Carmen como Toñi se acuerdan de los entrenamientos a las cuatro de la tarde porque trabajaban por la mañana y de una cosa muy importante: «En todo momento nos sentimos respetadas y apoyadas por el público que iba a vernos». Lo que sí le resultaba curioso era observar cómo las miraba la gente en el autobús cuando iban a entrenar en chándal. «Nadie lo llevaba». Otros tiempos.

El fútbol en la familia Orobón estaba muy presente. Socios sus cabezas de familia, e incluso una tía, su hermano el difunto Luis (muy vinculado al Arces) y Maxi, actuaban de recogepelotas del Valladolid («correbalones», dice Toñi). Los dos fueron compañeros también de barrio de Lorenzo o Cardeñosa entre La Rubia y el Camino Viejo de Simancas, con los que muchas veces jugaron al fútbol de chavales en la calle.

No saben bien por qué en un momento dado estaban practicando fútbol en el Real Valladolid femenino. Ambas eran las centrocampistas de este plantel. A Mari Carmen se le daba bastante bien. Ella era la encargada de asistir a su delantera goleadora: Celia. Ambas eran muy deportistas. Carmen jugaba también al baloncesto en el Sedruol (Lourdes) Blasco, de categoría regional, y Toñi era más de balonmano.

Hasta el año 2009, el Real Valladolid no volvió a contar con un equipo femenino en sus filas. A las órdenes de Ricardo Coque, militó en la Superdivisión femenina; sin embargo, los resultados, y sobre todo el coste económico del proyecto, le llevaron a su desaparición dos años después.