desde la banda
Decía la semana pasada Eduardo Mendoza en la entrega del Premio Cervantes que «las cosas cambian de nombre en función de la distancia. El suelo que ahora piso se llama paisaje cuando está lejos y cuando ya no está se llama geografía». Es una buena forma de definir la perspectiva. O el objetivo. Si cambiamos espacio por tiempo, una forma de saber en qué momento estamos es preguntarnos: ¿qué importancia tendrá dentro de un tiempo esto que estamos viviendo ahora?».
Seguro que si el Domingo de Resurrección los jugadores del Real Valladolid se hubiesen preguntado eso, no habrían salido al campo como salieron. Quizá se lo preguntaron, pero nadie supo explicárselo o simplemente nunca supusieron que se pudiese perder seis a dos ese partido. El caso es que quince días después la tempestad ha pasado. Siempre que llueve escampa y como incluso ha salido el sol, solo quedan unos pequeños charcos. Pero el suelo está muy húmedo y ya no aguanta ni un pequeño chubasco sin que se vuelva a embarrar.
¿Qué importancia tendrá el domingo por la noche cuando acabe la jornada una victoria contra el Numancia? ¿Podremos estar a un punto de la zona de promoción de ascenso? Pues no hay mejor forma de saberlo que ganando.
A siete jornadas para acabar la competición regular creo que el equipo y la ciudad debemos ser conscientes de lo que nos estamos jugando. El equipo debe saber que es la última oportunidad de meterse en la lucha por el ascenso (otra vez). En el minuto uno todo el mundo en Zorrilla debe saber qué equipo es el que está luchando por el ascenso. Los primero que deben saberlo son los jugadores blanquivioleta. Ese convencimiento nos llevará a los tres puntos.
El caso es que no les vendrá mal un poco de ayuda. Por eso deseo dos cosas. Por un lado deseo y ruego a los ocho mil de siempre que se olviden de cuitas pasadas y animemos desde el minuto uno al noventa como si fuese la final de la promoción. Por otro lado espero y deseo que la gente que este año abandonó al equipo aproveche y se una al Fondo Norte con la oferta que el club y la federación de peñas han sacado. Diez euros por ver este partido no solo es una buena excusa para ir al fútbol, es la destrucción de la excusas para no ir.
No es que las cosas se arreglen con el tiempo, si no que con el tiempo las cosas terminan por hacerse y se ven desde otra perspectiva. Por eso hay que ganar. Por eso hay que ayudar.
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