Puesto ya el pie en el estribo/ Con las ansias de la muerte/ Gran señor, este te escribo/. Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo esta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir...». Con estas palabras se despedía Cervantes de su protector, el Duque de Lemos, días antes de morir y que figuran en los preliminares de su última obra ‘Los trabajos de Persiles y Sigismunda’.
Estas palabras son las que podría escribir si fuese posible la temporada 2016-2017 del Real Valladolid. Sabe que se muere, pero tiene ganas de vivir. A falta de seis jornadas para el acabose, nos hemos empeñado en darla por finalizada. Es verdad que los resultados no terminan de ayudar a mantenerla con vida. Solo las matemáticas mantienen con vida una temporada en muerte cerebral desde hace bastante tiempo.
El problema es que en la esquela no aparecerá anunciada la temporada que acaba acompañada por los familiares en forma de jugadores, técnicos, directiva y afición. Lo que aparece en la esquela es la muerte prematura de un proyecto.
Con la más que probable marcha de Braulio (cuando escribo esto solo es un rumor) y la de Paco Herrera se desmantela la base sobre la que se sustentaba el futuro deportivo más inmediato del club.
Valladolid es conocida como cuna del castellano, pero sin embargo no sabemos distinguir dos conceptos como proyecto y resultado. Quizá la frase se refiere a que reunimos todos los estereotipos del castellano. Como decía Miguel Delibes, el habitante de estas tierras es «sumiso, lacónico, seco, austero, fatalista...». Lo que, trasladado al mundo del fútbol, me lleva a decir que el castellano está siempre enfadado. Y en frase de David Gistau, hay gente para la que saber de fútbol significa estar siempre enfadada.
Un breve repaso a la historia de nuestro club nos enseña que en casi noventa años de historia nunca hemos sido un club de referencia. Que parece que hay gente que cree que hasta hace dieciséis años no nos hemos bajado del podio. Las pocas veces que hemos sido algo solo ha servido para ser desmantelados y acabar en un pozo, en algún caso por muchos años.
Estamos en el peor periodo deportivo histórico de la ciudad. Hemos pasado de ser la élite del deporte por equipos en España a ser del montón. Y yo no tengo nada claro hasta donde es responsable el entorno y desde dónde son responsables los directivos.
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