lejos del área
Lunes, poco antes de las ocho de la mañana, uno se dispone a ir a trabajar y comenzar la semana y se despierta con una losa encima de su cabeza. De nuevo nuestro amado equipo, mientras otros se conforman con animar a aquellos que siempre ganan, nos ha fallado. Lo he comentado muchas veces, pero el fútbol, para los que sentimos al Real Valladolid y a este tipo de equipos humildes como si fueran nuestros, afecta a nuestro estado de ánimo. Con el primer café de la mañana hago cábalas y me repito que tenemos todavía opciones de play-off. La calculadora y las redes sociales echan humo y hasta el Oviedo, en una carambola de esas que no suelen favorecer al Pucela, podría acabar por encima de nosotros.
El domingo había preparado todo, como tantas veces, con especial cariño. Todo para verte jugar por televisión; para sentirte cerca desde la distancia. La camiseta más bonita de España enfundada, algún amigo pucelano cerca y algo de picar... Tú, como amante esquiva, respondiste al ritual con dos sonoras bofetadas en forma de golazos en contra para devolverme a la realidad. Jamás se me pasó por la cabeza abandonarte, ni tirar petardos celebrando éxitos de otros, pero la derrota vuelve a desgarrarme un poquito el corazón, como quien arruga un papel y pretende devolverlo a su posición original como si nada.
Terminado mi café me consuelo con el ascenso de ‘Las Ardillas’ (bravo por elegir a este animal y a los colores de la ciudad de Valladolid para devolver la ilusión por el baloncesto a Valladolid) y con la gesta del Vardar. Para el que no lo sepa se trata de un conjunto de balonmano, entrenado por un vallisoletano y un ex pucelano, Raúl (merece otro homenaje en su tierra) y Davis, que se ha coronado como campeón de Europa, además con presencia española en su plantilla.
Antes de partir a mi puesto de trabajo recuerdo que Jordán y Álex López están sancionados para la final ante el Cádiz y que este Real Valladolid no ha sido capaz de encadenar tres buenos partidos. La desilusión, al comenzar la semana, es tremenda. Seguramente el sábado vuelva a caer en las redes de mi equipo, al que nunca abandono y por el que siempre sufro. ¡Qué semana más larga nos espera! ¿Volverás a hacerme creer, Pucela, o arrugarás un poco más mi dolorido corazón blanco y violeta?