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Toni conduce la pelota escoltado por Anuar durante el partido frente al FC Barcelona. G. Villamil
Agricultores y futbolistas

Agricultores y futbolistas

Partido de vuelta ·

Juan Ángel Méndez

Martes, 28 de agosto 2018, 21:54

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Sergio González defendió el carné profesional de sus jugadores tras la derrota del sábado. «Nosotros también somos futbolistas, no agricultores», imploró. Cuando un club modesto como el Real Valladolid se mide a un gigante como el FC Barcelona, una hormiga adquiere el cuerpo de un dinosaurio. Y si el débil emborrona el libro balompédico de su adversario, como fue el caso, entonces el agente externo se convierte en una cuestión de Estado, aunque es cierto que el césped mutó de tapete a campo de minas y LaLiga debería haber actuado antes para aplazar el choque a otra fecha en la que el verde estuviera realmente aferrado al piso.

Multar al Real Valladolid y castigar en público la apresurada siembra resulta sencillo. El club merece el castigo por imprudente y por pensar que el césped echaría raíces en tres días y se presentaría en sociedad como un tapete. Eso sí, el firme estaba irregular para los dos, agricultores y futbolistas de frac. Es como el que cree que puede aprobar un examen echando morro, sin estudiar, con labia. Dicho esto, y con los boquetes de Zorrilla dando la vuelta al mundo, el conjunto blanquivioleta borró ante el Barcelona la racanería exhibida en Gerona. Aquel equipo timorato se convirtió el sábado en un bloque solidario, alegre y dinámico en las transiciones, espinado en defensa y atrevido en ataque, firme en la presión y con las ideas muy claras.

Saber si el Real Valladolid va a superar el listón sin apreturas o si transitará por una temporada agónica es una ecuación irresoluble con dos envites como única muestra. El cuadro castellano necesita adaptación y que los nuevos inquilinos del vestuario adquieran los valores que han hecho fuerte al grupo y que arrinconaron al Barcelona a base de fe y fútbol. Es cuestión de tiempo, pero las señales que emite el conjunto blanquivioleta son muy positivas, tanto desde el banquillo, con un técnico que gestiona y dirige, como desde el famoso césped.

Las nuevas incorporaciones han ampliado el vestidor de Sergio y han apuntalado el último tramo del equipo. Ahora solo falta terminar de proteger a Masip, que ante el Barcelona demostró su calidad con tres intervenciones de mucho mérito. El crecimiento de Calero, Anuar y Toni, eléctrico y letal en el quiebro, representa la filosofía de un equipo en plena evolución, en el que hombres como Ünal, Verde, Keko o Alcaraz deben asentarse como el mejor complemento para futbolistas ya acoplados e importantes como Borja, Plano o Míchel. Sergio tiene la mezcla en la coctelera y debe ser preciso con el vaivén para que los jugos lleguen al paladar de los aficionados con cuerpo y sabor. El aspecto, a día de hoy, promete.

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