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Pablo Hervías pone un balón en el área desde la banza derecha. Villamil
El balón parado, ese amigo invisible

El balón parado, ese amigo invisible

La Contracrónica ·

El Real Valladolid volvió a ganar en saques de esquina, 10 por 6, aunque esto no suponga ninguna ventaja

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Domingo, 15 de septiembre 2019

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valladolid. Y gracias. Tan caprichoso es el fútbol que Osasuna mereció ganar en la primera hora y cuando lo tuvo perdido, pudo perfectamente ganarlo en los diez últimos minutos. No fue esta vez por echarse atrás y abrazarse a Masip como ocurrió la temporada pasada en repetidas ocasiones. En esta ocasión tuvo enfrente un rival más hecho de lo que aconseja la cuarta jornada de liga, no solo con las ideas muy claras sino con un estilo sencillo y directo que puso en muchos apuros al Valladolid pese a tratarse de un recién ascendido.

Esta vez no dio más pasos atrás de lo debido el Valladolid, y esto fue tal vez de lo poco que le diferenció del equipo que jugó como local cuando echaba a andar la temporada pasada. Si exceptuamos el salto que ofrece Pedro Porro en la banda derecha y la noticia de un Alcaraz más ofensivo que entonces como alternativa a las ausencias de Míchel, los síntomas se parecen demasiado. Y el diagnóstico acompaña a los síntomas. Unas décimas arriba o abajo, el sufrimiento está garantizado.

Con la demostrada solidez a domicilio, el crecimiento y margen de mejora volverá a estar como anfitrión. Cuando toque arriesgar y exponer más que el rival.

sin generar amenaza ninguna al rival

Yahí es donde el equipo de Sergio debe mejorar automatismos que quedaron pendientes la última temporada y que marcan la diferencia cuando el partido está abocado al empate. Detalles en los que no ha habido evolución, caso del balón parado. Lógicamente no es el caso de lanzamientos directos, sobradamente conocida es la precisión de Hervías o las alternativas que pueden ofrecer jugadores como Alcaraz, Sandro o incluso Ünal.

El debe está en los saques de esquina,... cuando el que lo lanza viste de blanquivioleta. O en las faltas laterales, cuando se da el caso. Situaciones que te salvan un mal partido y te regalan puntos que a última hora pueden ser maná.

Igual que una mala comida la pueda salvar el postre, una actuación discreta puede quedar en el olvido gracias a una buena acción de estrategia. Y en ese rincón de la pizarra es donde pincha en hueso una y otra vez este Valladolid.

Por más que le pese a Sergio, su equipo rara vez no se gana el rosco en la gestión de estas situaciones. No hay forma de sacar ventaja, y estadísticas como las de ayer (10 por 6 en saques de esquina) se pierden en anécdota.

A excepción de los botados por Hervías en la segunda parte, fue Míchel el encargado de lanzarlos ayer ante Osasuna, y el resultado no varió de lo ofrecido en la última campaña. No supone amenaza ninguna para el rival.

Amagó en el primer saque de esquina a los 82 segundos de partido con un remate de Nacho llegando desde atrás, y los consecutivos hasta llegar a diez se quedaron en el intento. Unos por exceso, otros por defecto. Balones blandos la mayoría que beneficiaron a la zaga rojilla sin llegar siquiera a inquietar.

Inofensivo en sus intentos, el córner se ha convertido en un engorro más que en una oportunidad, mucho menos en una amenaza, para el equipo de Sergio. Y es un debate que está presente en el vestuario. Y preocupa. De lo contrario no saltaría como saltó ayer el técnico a una pregunta de lo más inocente. «Si me lo preguntas es porque piensas que no hemos mejorado. Y creo que hemos mejorado. Sí es verdad que no lo suficiente como para hacer ese gol que tanto deseáis», respondió, queriendo también incidir en las preguntas. «Me gustaría que también se me preguntara por la mejoría en el balón parado defensivo».

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