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Los jugadores del Real Valladolid celebran el gol de Alcaraz del pasado domingo. G. Villamil
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Partido de vuelta ·

Juan Ángel Méndez

Martes, 9 de octubre 2018, 20:03

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Carpe diem. No pierda ni un segundo para degustar cada uno de los partidos del Real Valladolid. El curso es largo y vendrán curvas, seguro, pero el conjunto blanquivioleta está preparado para adaptarse a las circunstancias que se le presenten. Desanudó su corbata cuando acumulaba jornadas sin anotar y ahora, que suma tres triunfos consecutivos, saborea su particular paseo por las nubes sin que nadie le haya regalado nada. Más bien todo lo contrario, si nos atenemos a las particularidades del VAR en los duelos del cuadro castellano. No escatime un solo minuto para empujar a su equipo, porque su equipo, y a los hechos me remito, no esquiva un solo segundo para intentar hacerle feliz con un fútbol grupal que ha devuelto la ilusión a la ciudad. Y eso en Valladolid no es nada fácil

Echar un vistazo a la clasificación y ver al Pucela séptimo, a dos puntos del Madrid y a tres del Barcelona, que es segundo, aporta un regusto muy especial. Decía Napoleon Hill que todo está en la mente, que si uno piensa decididamente algo y lo busca con perseverancia tiene el éxito garantizado. El Real Valladolid afronta cada partido sin complejos y con la psique enfocada hacia el carácter ganador que desgrana el hilo conductor de la obra del escritor estadounidense. La clave reside en la fe colectiva y el hambre de asentarse en LaLiga que tienen tanto Sergio como sus futbolistas.

La vida está compuesta por momentos y el Real Valladolid vive estos días con la sonrisa desabrochada. El conjunto blanquivioleta navega con estilo encima de la ola y debe ensanchar todo lo que pueda el punto dulce para hacer acopio de oxígeno antes de que se adentre en alguno de los valles que atravesará durante la temporada. Si tuviera que apostar, lo haría a favor de una salvación desahogada del cuadro castellano. Y no solo por los resultados, sino también por las sensaciones que destila, aunque todavía es pronto para calibrar su respuesta en los tramos ásperos.

Eso vendrá más adelante, si llega, y veremos en cada momento cómo gestiona el técnico los contratiempos, pero como estas líneas galopan esta semana hacia la teoría de la positividad emocional y todos sus aledaños, prefiero no pensar en el futuro y me quedo con el presente. Y en este espacio de tiempo, el Real Valladolid ha exhibido sus credenciales en cada uno de sus compromisos ligueros. Ha empuñado sin descanso el pico y la pala, pero lo ha hecho con un 'outfit' de alta costura, con un fútbol, tenaz en defensa y elegante en el despliegue, que le ha guiado a una zona noble, a la que debe asirse con fuerza para alejarse todo lo que pueda de la intranquilidad que generan las penumbras de la clasificación. Lo dicho, carpe diem.

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