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Valladolid
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Domingo, 12 de mayo 2019, 21:15
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Si al Real Valladolid le ha sobrado una jornada para obrar el milagro de la salvación, todo hay que decirlo, en parte (aunque poca) es gracias a la videotecnología. El VAR, la dichosa pantalla, la maldita tecnología, le sonrió al final, aunque fuera en un estadio en el que no jugaba.
Lo hizo en Montilivi, donde Eusebio Sacristán y Onésimo Sánchez pusieron el contraste a los festejos de Vallecas y a la alegría vallisoletana con una derrota que probablemente, y salvo milagro suyo y debacle del Celta, les costará la categoría. Aunque si uno se remitiera al fútbol de hace un año, quizá la cosa podría ser bien distinta, y es que después de un buen inicio, y de marcar primero, el Levante revirtió la situación gracias a un gol de su 'comandante', un Morales estelar, y a que la manida novedad tecnológica hizo justicia; esta vez sí, esta vez más que nunca.
Corría el minuto 74 cuando Pere Pons se adentró en el área y fue presuntamente desequilibrado por Coke. El Villarreal estaba por delante en el marcador y el Rayo Vallecano acababa de empatar y de repente, 'piiii', Del Cerro Grande señaló pena máxima, el castigo más grande: penalti y expulsión. No dudó, aunque en el sitio en el que habría estado de cobrarse la infracción, se llevó la mano al pinganillo: desde Madrid le andaban diciendo que no era tan claro. Y fue a la pantalla. Y después de cuatro minutos de nervios, en Girona, en Valencia, en Vigo y en Valladolid, dio marcha atrás.
El juego se reanudó en el minuto 78. Y en el 80' marcó de nuevo el Pucela. Con el empate, el Girona se sabía con un pie en Segunda, y dio un paso adelante. Y en una de estas, José Campaña pisó terreno rival por la derecha y la sirvió al otro lado con una parábola que encontró a Enis Bardhi, y el macedonio golpeó con la izquierda y envió a los catalanes a la lona. Su gol, su golazo, puso el pie que le quedaba a Real Valladolid sobre la salvación, y también a su Levante.
Quedaba tiempo por delante, cuatro minutos reglamentarios y otros seis de tiempo agregado, pero el Girona no encontró reacción, tampoco en su hinchada, que fue desfilando, no fuera a ser que encontrara atasco. En esos diez minutos, Marc Muniesa remató un balón cayéndose al suelo, aunque por encima del larguero. Poco a poco el resto de finales fueron dejando el de Montilivi como el último. Y con el pitido último Valencia puso al punto final de los finales dos suspensivos, que diría Sabina. Al suyo y, por si algún agorero creía aún en la remontada, también al del Real Valladolid.
Mientras tanto, el tándem vallisoletano lamentará la ocasión y la implementación de la innovación, porque habrían tenido la salvación en su mano si no fuera porque a alguien se le ocurrió la brillante idea de, al final sí, después de tantos dimes y diretes, dejar que la tecnología entrara en nuestras vidas (porque eso, vidas, son los partidos, el fútbol, en fin, en sí mismo). Cuán diferente sería la feria si el VAR no estuviera. Cuán diferente, quizá, si se hubiera lanzado ese penalti. Pero cada uno habla de la feria según le fue, y el Levante agradecerá hoy que los tiempos hayan cambiado. También el Pucela. Porque al final sí, lo equilibró todo. Y los dos son de Primera. Con todo merecimiento.
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