El Norte de Castilla
Real Valladolid

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La tecla y el piano

Dar con la tecla o que se te caiga el piano encima. Ese ha sido siempre el debate entre los defensores de un entrenador y sus detractores. Recuerdo acalorados debates con mi amigo y compañero de columna Javi Pardo. Todo empezó con Abel Resino, al que yo no profesaba animadversión y con el que creo que se ha sido bastante injusto en Valladolid. El caso es que tras trece partidos dando tumbos y con unos números más bien malos, nos presentamos en Huelva con bajas por lesiones o por sanciones. Aparecen Baraja, Figueras o Barragán y ganamos aquel partido pese a la expulsión de Óscar. Y ese fue el cambio de tendencia que hizo que nos metiésemos en 'play-off' y jugando un fútbol más bien decente. Quizá Abel no diese con la tecla y se le cayó el piano encima, pero al menos supo ver la partitura y esos jugadores que no contaban para él fueron fundamentales en la reacción junto a Guerra y propio Óscar.

Al año siguiente pasó algo parecido. Jornada veintisiete. Jugábamos en casa contra el Celta. Ganando nos ponemos a un punto del equipo vigués, que ese momento es segundo. Perdemos en el último minuto después de que nos remontasen un tempranero gol de Guerra. Nafti ve una tarjeta amarilla y no puede jugar en Elche rompiéndose la dupla fija que formaban Victor Pérez y el tunecino. Juega Álvaro Rubio, que había perdido la titularidad en el mes de septiembre. En esta ocasión la suerte nos sonríe y el pequeño Sisi nos da la victoria en las postrimerías del partido, pero al acabar el partido todos los compañeros van a abrazar a Álvaro Rubio. Y el capitán no volvió a ser suplente. Otra vez se le cayó el piano en la cabeza al entrenador y solo el amaño de un partido nos privó del ascenso directo.

Nos hemos obcecado esta temporada en buscar la solución fuera del equipo de tal forma que el ascenso pasa únicamente por fichar a uno o dos jugadores en enero. Yo no soy entrenador. Ni siquiera tengo una formación futbolística, ya que no he jugado ni en infantiles, pero creo que el problema de la falta de gol no es culpa del delantero. Quizá solo haya que dar con la tecla, pero estamos esperando a que se nos caiga el piano. Quizá la tecla que creemos desafinada es la que está afinada. Quizá dar con la tecla pase por preguntarse si estás equivocado. Quizá para dar con la tecla hay que perder el miedo a equivocarse. O no.