El Norte de Castilla
Real Valladolid

desde la banda

A Ítaca o al averno

Ítaca es una de las Islas Jónicas y es considerada uno de los más bonitos destinos turísticos del mundo. El contrapunto a ese paraíso que es la isla griega es el infierno. Nunca he sido una persona de blanco o negro. Conozco la infinidad de tonalidades grises que hay entre ambos. Incluso el fútbol donde todo se resume en lograr tu objetivo o no hacerlo, hay muchos grises. La forma cómo consigues el resultado es esa extensa gama de grises.

Hay un poema de un autor griego que se llama «Viaje a Ítaca» y cuyos primeros versos son los siguientes:

«Cuando emprendas tu viaje a Itaca / pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias. / No temas a los lestrigones ni a los cíclopes / ni al colérico Poseidón, / seres tales, jamás hallarás en tu camino / si tu pensar es elevado...».

El poema es una llamada a la ilusión, al aprendizaje y a la superación. Al final del poema, Kavafis, que así se llama el autor, dice que cuando llegues a Ítaca, quizá te desilusione y la halles pobre, pero que gracias al aprendizaje y a la experiencia adquirida en el viaje comprenderás lo que es alcanzar el paraíso.

Hay muchos viajes a Ítaca. Cada aficionado hacemos uno. Carlos Suárez hace otro, Rubi otro y cada jugador de la plantilla otro. Eso pasa porque Ítaca para unos es el ascenso, para otros la supervivencia del club, para otros lograr un contrato bueno y para otros aprender y hacerse un hueco en el mundo del fútbol.

Si suponemos que Ítaca es el ascenso, estamos haciendo caso del poema de Kavafis. El viaje es largo y aprendemos de las experiencias para mejorar. Cada partido el equipo parece más sabio y hemos salido bien de los primeros trances en contra.

Si Ítaca es la consolidación del club, personalmente tengo dudas de que estemos aprendiendo de los errores que cometemos. Seguimos en un preocupante proceso de descapitalización de la masa social y otra vez el famoso 20+5 se ha quedado en un lema.

Ítaca o el averno. Blanco o negro. Ceros o unos. El mundo binario en que vivimos es el que provoca que esté feliz por el presente y preocupado por el futuro. A mí los árboles sí me permiten ver el bosque.