El Norte de Castilla
Real Valladolid
El jugador de fútbol del Real Valladolid Gilberto en una imagen de 1983.
El jugador de fútbol del Real Valladolid Gilberto en una imagen de 1983. / Cantalapiedra

blanco y violeta

El Negro y su legado

  • Gilberto, con permiso del mulato Benítez, fue el primer futbolista negro en aparecer en las filas blanquivioletas, con el equipo en Primera División en 1980. Tuvieron que pasar diez años para que llegase otro. Sin embargo, desde 1990 hasta la actualidad, siempre ha habido un jugador negro en el plantel

Quizás las épicas historias de futbolistas negros comiencen con el brasileño Leonidas Da Silva, ‘el Diamante negro’, que fue capaz de marcar un gol en el Mundial de Francia 1938 sin una bota. Se le había roto y se acercó al banquillo para que le repararan el entuerto. Como tardaban, saltó al embarrado campo del Stade de Mienau de Estrasburgo descalzo y anotó de esta forma un gol con el que se dice unió el fútbol de la calle con el profesional. Ese día ante Polonia, Leonidas marcó tres dianas en un encuentro que acabó 6-5, pero lo mejor fue ese tanto marcado sin la bota reglamentaria. Luego llegaría, evidentemente, Pelé, ‘O Rei’, más valioso sin duda que el mismísimo diamante.

Se cuenta que el primer jugador de fútbol negro del Real Madrid fue el brasileño Waldir Pereira, ‘Didí’, que llegó a las filas merengues en la campaña 1959-1960. En el Real Valladolid hubo que esperar bastantes años hasta que un hondureño, Gilberto Yearwood, recalara con su inmensa figura y su tez oscura en 1980 en el plantel vallisoletano estando el equipo en Primera División. De hecho, su apodo coloquial entre los futbolistas, era el de ‘el Negro’, manifestado claro está desde el cariño con que te pueden obsequiar tus compañeros de faena. Porque también ‘el Negro’ era Obdulio Varela, el capitán de Uruguay e ideólogo de la leyenda del Maracanazo de 1950, que encumbró a su país y silenció a todo un pueblo carioca en la más dura de las depresiones. Brasil perdió la final de un Mundial que todos pensaban que iba a quedarse en el país anfitrión.

Charrúa como este, Julio César Benítez Amoedo, aterrizó en el Valladolid con la operación Saso en la campaña 1959-60. Más bien mulato, aunque en algunos ámbitos también le apelaron como ‘el Negro’, Benítez demostró desde su posición de lateral derecho que fue uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos en vestir la elástica blanquivioleta. Al año se marchó por tres millones al Zaragoza, y al siguiente y por el triple, al FC Barcelona, donde estuvo siete campañas. El de Montevideo falleció en extrañas circunstancias. Una intoxicación tras comer mejillones (también se dice que un envenenamiento) se lo llevó por delante cuanto contaba con 27 años. Sucedió antes de un encuentro ante el Real Madrid. De aquellas, Gento, con el que guardaba una buena relación, no en vano Benítez era el encargado de hacer de su ‘secante’ en esos encuentros, asistió al funeral y, dicen, fue uno de los más afectados.

Antes de Gilberto, aunque con el equipo no en la máxima categoría sino en la Segunda División, fue Carlos Alberto Fraçao, un delantero brasileño nacido en Sao Paulo, el que ostenta el honor de haber sido el primer futbolista negro en portar la camiseta del Real Valladolid. Fue en la campaña 1973-1974. Fraçao jugó 17 encuentros, aunque no tuvo la suerte de ver puerta en ninguno de ellos.

Pero volvamos al defensa hondureño. Hace pocas fechas y cercano ya a los 60 años, Gilberto declaraba en su país una anécdota que le ocurrió al año de llegar a las filas del Real Valladolid. Disputaban un encuentro contra el Atlético de Madrid y la temperatura era de 10 grados bajo cero en el Viejo Zorrilla. El defensa sudamericano sufrió una bajada de tensión (presión, dicen ellos) que le provocó tener que beber varios cafés para entrar en calor. A la postre, el partido se resolvió con triunfo del Real Valladolid por 2-1 con gol suyo de falta directa. Y es que pegaba a la pelota como nadie. El portero argentino ‘el Loco’ Fenoy, al finalizar la contienda, se acercó a Gilberto y le indicó mientras le pasaba el brazo por encima de su hombro: «Mira, Negro, que todos los días te baje la tensión si es que vas a meter un gol como este y que nos dé la victoria».

Tras Gilberto, que fue el único jugador de color en la década de los 80, llegarían más futbolistas de raza negra o tez oscura aunque ya en los 90 como Luis Eduardo (1990), los hermanos Engonga (1991), Iván Rocha (1992), Nilson (1994), Benjamín (1995), Julio César (1996), Harold Lozano (1996), o Edwin Congo (1999) hasta completar el siglo. En 2001 siguió Harold, llegó Veiga y luego se incorporaron Nico Olivera (2002), Makukula (2003), Jairo Castillo e Iván Zarandona (2004), Óscar Morales (2005), Dani Kome (2006), Ogbeche (2007), Goitom (2008), Nivaldo, Pelé y Manucho, todos ellos en 2009; Guilherme, Bacari, Nafti y Keita, en 2010; Saná (2011), Mojica (2014) y este año además los últimos fichajes: el guardameta Bruno Varela y el delantero Erick Moreno. El dato es que desde 1990 no ha faltado al menos un futbolista negro en el banquillo del Valladolid. Parece una máxima que dura ya 25 años, un cuarto de siglo.