El Norte de Castilla
Real Valladolid

desde la banda

La vida sigue igual

Este que os escribe peinaría canas de no ser por la alopecia que adorna su cabeza. Desde aquel mes de febrero de 1970 en que vine al mundo hasta hoy han pasado un montón de cosas. Jordi Hurtado ya tenía trece años y todavía no presentaba Saber y Ganar. El Papa era Pablo VI y en España las cosas se seguían haciendo al orden y dictado del habitante de El Pardo. Paul McCartney anuncia la separación de los Beatles y por entonces Brasil jugaba bien al fútbol. Y por lo leído esta semana, el Valladolid ocupaba una plaza que hasta el domingo pasado no ha vuelto a ocupar, la decimoséptima en Segunda División.

Esto último tiene dos lecturas. La primera es que no estamos ante el peor Real Valladolid de la historia y la segunda es que esa situación se pudo revertir. Y esa quiero que sea la moraleja de estas líneas.

Suelo leer de vez en cuando algún episodio de la historia del Valladolid de José Miguel Ortega. Si os pica la curiosidad por saber lo que ha sido nuestro equipo desde su creación, podréis comprobar que siempre ha sido un equipo de altibajos. Siempre en una montaña rusa, siempre vendiendo jugadores para poder subsistir. Después de jugar la final de Copa del 50 el equipo se deshizo. Después de la mejor clasificación histórica en primera en 1963, el equipo se desmantela y desciende a segunda para no volver a subir en dieciséis temporadas. Incluso esta «etapa dorada» que se inicia en 1980 está salpicada por tres descensos y muchas bancarrotas. Muchos tiros al palo en la desaparición del equipo. Incluso la configuración actual de la ciudad le debe mucho a la marcha del club en épocas no muy remotas. Y siempre hemos salido del bache.

Pero mi reflexión quiero que sea otra. El Real Valladolid ya ha sido en otras ocasiones un equipo ascensor. En otras ocasiones hemos estado en bancarrota. De hecho, lo raro es recordar alguna temporada sin sobresaltos. Por eso yo no culpo exclusivamente a Carlos Suárez de la situación actual. Sin embargo creo que es es el principal responsable de que no tengamos nada en la plantilla para vender y salvar económicamente el año. Este club ha estado los mismos años en Primera como en otras divisiones inferiores, pero ahora ha perdido su identidad. Quizá debamos plantearnos una larga transición hasta volver a Primera, pero volviendo a poner los cimientos del club donde siempre han estado, en los Anexos.