El Norte de Castilla
Real Valladolid

Don Justino por derecho

Don Justino por derecho
/ Santiago Bellido Blanco
  • Julio Ares, Alejandro Menéndez y Antonio Arenales glosan la figura del catedrático de Derecho Mercantil, ex rector de la Uva y Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades, el mismo día en el que los componentes de este club deportivo de fútbol, del que fue también presidente, le rindieron un homenaje póstumo

Hay pocos clubes de fútbol en España (por no decir ninguno) que hayan contado con un presidente que abandonó el cargo para ser Rector de Universidad. Este es el caso de Don Justino Duque Domínguez, presidente del CD Derecho hasta que se incorporó como máxima autoridad a la Universidad de Valladolid.

Casi tres meses después de su fallecimiento acaecido el 31 de agosto de este año, el procurador Julio Ares, el catedrático Alejandro Menéndez, y el ‘alma mater’ de este club deportivo, Toño Arenales, glosan la figura de este hombre tranquilo, prudente, progresista, nacido el día de la II República pero de 1927, que, sin pretenderlo, fue siempre tratado como Don Justino. Que un buen día fue introducido en el berenjenal de presidir un club de fútbol amateur, pero que aceptó con predisposición y buen grado hasta que dos años después fue designado Rector de la Uva (1982-1984) con la Ley de Reforma universitaria por el medio que estableció el sufragio universal ponderado y dejó el sillón en manos de Fernando Tejerina.

«Estábamos estudiando quinto de carrera y fuimos Mariano Cuesta y yo quién le propusimos ser presidente», relata Julio Ares. Don Justino era por entonces catedrático en el Departamento de Derecho Mercantil. El Club Deportivo Derecho había sido fundado en 1976 (el año próximo hará los cuarenta) y tras los éxitos del equipo de liga universitaria, con Santi Llorente como entrenador, Jorge Póliz, Burrieza, el que sería el primer entrenador, y Manuel Abellán, su primer presidente (1976-1978), decidieron federar el equipo en la categoría regional.

Pero la primera crisis llegó unos años después en un partido disputado en Fuente de la Mora contra el San Nicolás que concluyó con agresión al árbitro, cuatro expulsados y sancionados por un año, presencia de la Guardia Civil y un jugador saliendo por la ventana del vestuario. Ello condujo a varias cartas de disculpas en el periódico del presidente Abellán y del señor Nieto, el representante del equipo en la Facultad. La Federación de Deporte Universitario decidió, como sanción ejemplarizante, desatender al Club Deportivo Derecho.

En esa tesitura le llegaba a Don Justino la propuesta de presidir la entidad la temporada siguiente. Agotadas las ayudas, por consiguiente, se decidió hacer socios tanto a alumnos como a profesores de la titulación. Y la respuesta fue muy positiva. El CD Derecho se veía ahora como «uno de los clubes señoritos. Teníamos camisetas, botas, nos lavaban la ropa en la tintorería», dice Ares que apunta quizás exagerando a que «fueron 200 los socios».

El departamento de Derecho Mercantil siempre había sido el más cercano a los alumnos. Así que, junto a Don Justino como segundo presidente en la historia de la entidad, se incorporaron también el que luego fuera también rector, Marcos Sacristán, como tesorero, y Jesús Quijano, como vicepresidente. Este seminario se convirtió en hervidero de jugadores que subían a preguntar por los partidos, convocatorias, pero también lugar donde se guardaban las actas, las fichas, las facturas y hasta las camisetas y los balones. Era su domicilio social. Y con el tiempo, también, lugar de tertulias acaloradas, opiniones diversas y disertaciones más próximas a un campo de fútbol de categoría regional que al derecho de sociedades o al código de comercio. Como contrapartida, a la clase que Don Justino impartía a las nueve de la mañana, ninguno de los futbolistas fallaba. Era una cuestión de respeto.

«Cuando Don Justino es presidente del CD Derecho, todos pensamos que le habíamos metido en un marrón: ir a los partidos de entre semana a las cuatro con la liga universitaria y los fines de semana a las nueve con el equipo federado por los campos de los barrios. Sin embargo, lo hacía de buena gana. Le nombramos presidente de forma representativa, pero la mayor sorpresa fue su implicación. A veces me daba hasta apuro ir a recogerle, le decía a su mujer Loreto», relata Toño Arenales, que recuerda cómo le pasaba a buscar en su ‘Cirila’ de color verde y vivía de verdad el fútbol: «Disfrutaba muchísimo con nosotros», concluye.

Con su trenca de color crema, el pantalón de pana y las botas fuertes para el campo, Don Justino se convirtió en asiduo en la banda del CD Derecho. Fríos y más fríos, y un termo de café con coñac que siempre llevaba y que fue la salvación de muchos futbolistas para poder saltar al campo y activar la circulación.

Desde su mesura y prudencia, en ese trajín de partidos, le dio para perder en alguna ocasión (las menos) los nervios y gritar «¡entras como si fueras un homicida!» a un jugador rival. O junto al profesor Allúe pasarse medio partido tirando piedras a un árbol en el pinar para intentar desencajar un balón. También le acompañaba, a veces, el profesor Avelino García Villarejo. Eran los tres buenos aficionados. O a las ocho de la mañana en la cafetería Toledo ver llegar a algunos de los futbolistas que se iban a vestir de corto tras una noche de jarana sin dormir y luego tener que contemplarlos en el campo y sugerirle al mister: «Creo que fulano no se debe encontrar bien», cuando el aludido iba haciendo eses o se postraba en la valla para vomitar parte de lo ingerido en la noche de autos.

Estuvo también presente en la ya famosa entre los futbolistas de la institución, el acta de ‘la moza’. Sucedió en un encuentro del Derecho contra el Iryda. Un futbolista del equipo contrario anotó un gol de lanzamiento de falta. Al rato, una nueva sanción en parecido lugar y un jugador del CD Derecho, le interpela al lanzador diciéndole: ‘¡Ya sabes que no se pueden marcar dos goles de tiro directo desde el mismo sitio!’.

El colegiado que le escuchó le amonestó, y ante la pregunta del aludido por la cartulina, le contestó: «Esto por moza».

–¿Será por mozo?, –dijo el jugador del CD Derecho.

–No, por ‘moza’, por ‘moza’, por ‘mozarse’ del rival (en lugar de ‘mofarse’). Esto que resultó así también redactado en el acta por parte del colegiado fue también comidilla de un equipo que siempre ha guardado una especial relación con el colectivo arbitral.

Tras Don Justino Duque, el encargado de sucederle en la presidencia fue el catedrático de Derecho Financiero Alejandro Menéndez, atlético y colchonero como el anterior, con el que llegaron los éxitos del CD Derecho en forma de dos campeonatos de España universitarios en el ecuador de los años ochenta. «Dos títulos, pese a mi presencia», dice siempre con sorna Alejandro, quien recuerda en la última época a Don Justino que no se perdía año a año una conmemoración: «Últimamente andaba mal de las piernas, pero tenía una cabeza privilegiada. Se acordaba de todo».

Si la selección española de fútbol tiene un marqués, el CD Derecho ha tenido y tiene un Duque con tratamiento de don. Don Justino dejó huella en su magisterio en Derecho Mercantil y también entre los futbolistas que siempre le recuerdan con mucho cariño por su carisma, compromiso y humildad para con el equipo. En 2010 fue distinguido Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades por su trayectoria humanista al servicio del derecho y de la docencia. Ayer, unos cincuenta miembros de este club le homenajearon en un encuentro preparatorio del cuarenta aniversario. Con su trenca de color crema, el pantalón de pana, las botas fuertes y su voz calmada, Justino estuvo en el recuerdo.