El Norte de Castilla
Real Valladolid

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Igualdad y ‘cholismo’

Igualdad y ‘cholismo’
/ Santiago Bellido Blanco
  • en blanco y violeta

  • Laura Fernández fue el primer fichaje del Real Valladolid femenino que militó en la Superdivisión. Tras su paso por el Parquesol, juega desde este año en el filial del Atlético de Madrid, un club pionero en implantar una admirable estructura en el fútbol femenino

Todas las personas que lean esta sección conocen a Óscar González. Salmantino afincado en Valladolid, mediapunta y quizá el jugador más destacado del Real Valladolid en los últimos tiempos. Pero casi seguro, igualmente, no saben quién es Laura Fernández Borge (12 de abril de 1992), vallisoletana con orígenes en Medina de Rioseco y, posiblemente también, la mejor futbolista vallisoletana en este momento. Juega en el mismo puesto que Óscar.

Sin embargo, el fútbol (y por extensión el deporte) femenino lucha contra algunas de las losas que le impiden proyectarse. Si Suecia tiene un 26’5% de licencias femeninas del total del fútbol, en España solo se llega al 5%. Poco más de 30 mujeres tienen contrato profesional de futbolista frente a 2.660 hombres. De manera sistemática, las federaciones incumplen la legalidad de tener un 33% de directivas. En cuanto a la repercusión en medios, solamente el 1,87% de las informaciones de portada de los periódicos deportivos tienen presente al colectivo femenino y en las páginas interiores, el 90% de las mismas hacen referencia a deportistas masculinos.

Laura fue el primer fichaje del Real Valladolid cuando el club se aventuró a participar en la Superdivisión femenina junto a muchos otros equipos primeros espadas de la LFP. Ricardo Coque elaboró su plantilla a partir de ella: «Fui la primera en llegar y participé en todas las campañas de promoción, presentación de camisetas…», dice.

Antes, con seis años, ya jugaba con su hermano al fútbol. Luego, federada en el CD Rioseco hasta cadetes y más tarde en el Rondilla, antes de recalar en el club blanquivioleta. «Con 17 años poder jugar en la máxima división fue una gran experiencia. Fueron dos años en los que no nos fue muy bien en el terreno deportivo, quizás nos faltó preparación, pero guardo un buen recuerdo del Real Valladolid, que se portó muy bien con nosotras».

Una vez la entidad blanquivioleta decide prescindir del equipo femenino, Laura dio el paso al fútbol sala, al Valladolid FS, donde la mala suerte le acompañó con una lesión en el cruzado de la rodilla y luego a través de la desaparición también de este club por falta de financiación. De allí al Parquesol, cuando este verano le llegó una oferta de un gran club, el Atlético de Madrid. «Me llamó su entrenador [David Fernández] y firmé con ellos».

Graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la UEMC y actualmente estudiando Fisioterapia, Laura Fernández vive ahora en Madrid y está jugando de mediapunta o de delantera en el filial, el Atlético de Madrid B. Lleva dos goles anotados hasta la fecha y su escuadra es líder empatada a puntos. El equipo colchonero femenino A está jugando la ‘Champions’, pero la estructura de la sección femenina es digna de admiración. Junto al equipo principal, tiene dos filiales (B y C) y un montón de niñas distribuidas en las categorías inferiores. El éxito en la gestión de su presidenta, Lola Romero, y de María Vargas, directora deportiva, ya está dejando poso en un proyecto a años vista que triunfará, seguro. Solo hay que mirar que en la casa de enfrente, el Real Madrid, aún no han comenzado a poner una piedra, mientras que los colchoneros ya tienen el edificio completo. Laura, aunque el primer equipo se ha reforzado mucho para participar en la competición europea, se ve con fuerzas de dar el salto: «Mi rodilla está bien y voy a hacer todo lo posible por debutar con ellas. Cuando firmé, esta fue una de las cosas que nos planteamos».

En esta misma semana, la selección absoluta jugó un encuentro preparatorio para la Eurocopa de 2017 de los Países Bajos ante Portugal. La victoria por 2-0 no fue televisada. El equipo femenino tuvo más proyección mediática con el follón de la destitución de su anterior seleccionador, Ignacio Quereda, y por las declaraciones en contra de las jugadoras que acabaron con la llegada de su sustituto, Jorge Vilda. Aun así, Laura ve el fútbol femenino en crecimiento. «No se puede comparar a día de hoy, pero nosotras ofrecemos quizás más técnica, más calidad en un fútbol no tan físico», dice. Pese a que los espectadores todavía no acompañan lo que debieran, muchos coinciden en pensar que el fútbol femenino español tiene una gran oportunidad de proyección. Los ejemplos de Vero Boquete, ahora en las filas del Bayern de Múnich, o del fútbol femenino profesional y remunerado en otros lugares del mundo son aquí una utopía. Pero al menos han abierto el camino.

Los entrenamientos de los equipos femeninos atléticos, el A y el B, se llevan a cabo, muchos días conjuntamente, en el Cerro del Espino. Allí coinciden también con el equipo de Simeone. El Atlético ha hecho desaparecer el histórico apodo del ‘Pupas’. La filosofía y el talante del técnico argentino le han hecho olvidarse de esa faceta de club perdedor. En cambio, se ha implantado una manera de pensar y de jugar que pelea por cada metro, por cada pelota y por cada espacio. Que le gusta el trato con el balón, pero es implacable y no perdona en el error. Te mata suavemente. Y, además, se marca metas cortas, asequibles, el ‘partido a partido’, acción a acción’, ‘balón a balón’, que es el que lleva a éxitos mayores. «Claro que percibimos día a día esta filosofía. Nosotras también somos de las de ‘partido a partido’, poco a poco y sin precipitarnos. Y así todos los equipos de la estructura femenina», señala Laura.

Un buen día hace ya algunos años, alguien me señalaba lo bien que se le daba el fútbol a Laura Fernández Borge: «Juega como un chico», decía, para reforzar su afirmación. Hoy este comentario no resulta precisamente apropiado. Habría que decir: «Juega como una atlética».