El Norte de Castilla
Real Valladolid
El directivo omnipresente

MANUEL HEREDIA ORTIZ, DELEGADO PROVINCIAL DE LA FCYLF EN VALLADOLID

El directivo omnipresente

  • Veintiocho años ya en la Delegación vallisoletana de fútbol, mañana recibirá su reconocimiento en los Premios Valladolid Ciudad Deportiva. La historia se escribe siendo Manolo Heredia testigo y compañero de tantas y tantas personas que han colaborado para mejorar el fútbol vallisoletano. Con él han estado Domingo Caballero, Del Barrio, Nemesio Gómez, Luquero, Andrés Carretero, Baticón… «Sin ellos este deporte existiría, pero de otra manera», señala.

No ha sido 2015 un buen año en lo personal para Manuel Heredia. Tener que dar el último adiós y el abrazo de despedida en un plazo corto de tiempo a su padre y a su madre fue un palo muy duro para el Delegado Provincial de la Federación de Castilla y León de Fútbol en Valladolid. La nueva añada se inicia, sin embargo, con otros vientos. Esta semana ha cumplido los cincuenta y tantos, y además, ha recogido el premio como Mejor directivo del ejercicio anterior dentro de los Premios Valladolid Ciudad Deportiva otorgados por la FMD del Ayuntamiento de Valladolid.

Más de 28 años en el cargo, desde 1987, cuando como presidente del CD Lourdes, colegio en el que forjó sus estudios, formó parte de una candidatura que optó a la presidencia de la Federación de Castilla y León de Fútbol. «Yo era joven e iba regularmente por la federación. Allí contacté con Domingo Caballero, un maestro de fútbol, dirigente de la Federación Oeste y en la Junta directiva del Arces. Con Nemesio ‘El Peque’ también… Ellos me convencieron para formar parte de una candidatura a la federación regional. Entonces, hubo dos grupos en Valladolid y dividir no es bueno», señala Heredia. Estas elecciones fueron ganadas por goleada por Mario Morán, de León. Ángel Miguel del Barrio debería haber sido delegado de Valladolid pero le surgió un trabajo en Costa Rica y es entonces cuando las dos facciones vallisoletanas pensaron en ese chico de veinticinco años para ser delegado provincial. «Yo lo negaba, tengo que seguir con mis estudios», decía entonces Manuel, aunque finalmente acepta y se apoya en todos esos directivos que tenían experiencia como los citados anteriormente o como Andrés Carretero.

Sin local, ni infraestructura, ni personal, nada, ni bolígrafos, la delegación partía de cero aunque con un pasivo de 50.000 pesetas de unos viajes. «Con una subvención pagué las deudas que había a Antonio Álvarez, el mejor transportista del deporte y del fútbol en Valladolid que llevaba dos años sin cobrar», señala Heredia. A partir de ahí a funcionar.

Manuel Heredia hizo sus pinitos de niño en ‘los baberos’ primero en baloncesto y luego fútbol en las épocas escolares con Oraá, Roig y con Luis Argüello, el actual Vicario General de la Diócesis, que era delegado de uno de esos equipos. Llegó a participar en la escuela de atletismo de Elías Reguero y Jacinto Villacorta, y en su etapa universitaria de estudiante de empresariales también jugó al rugby, donde recuerda que uno de los Candau le sacó de la valla de un empellón. Además, lo hizo al voleibol, durante el servicio militar en Ceuta siendo subcampeón nacional castrense, y, por si fuera poco, al fútbol sala en ‘Chabel El Duende’, con el número uno a la espalda y no de portero, al lado de grandes futbolistas como Ángel Marín, Igle, Garci, Tigre, Búho, Pachi… Muchos deportes practicados y «aunque muy malo en todos, me divertía con mis amigos», reitera Heredia. «Los grandes dirigentes deportivos han sido casi siempre malos deportistas», dice con sobrada sorna.

Ya dentro del fútbol en el CD Lourdes federado comenzó desde abajo. Primero fue delegado de equipo, luego secretario y, por su constancia, al final presidente. Un presidente que pintaba el campo o vendía vino o rifas para obtener ingresos. Como lo hacían otros tantos.

Desde el año 1992 Manuel Heredia es vicepresidente de la Federación de Castilla y León de Fútbol, bajo las presidencias de Mario Luis Morán, primero, y de Marcelino Maté, en la actualidad. Durante este tiempo, amén de distinciones personales y para la delegación que preside, quizá lo más importante haya sido la herencia dejada. El Trofeo Diputación Provincial de Valladolid, El Día del Prebenjamín, la Escuela de Fútbol femenina o los Premios Delegación Provincial de Fútbol de Valladolid son algunos de los hitos más importantes que hoy día continúan más sólidos que nunca. Haber traído a la Selección Nacional a Valladolid en tres partidos internacionales, aumentar en más de 400 los equipos participantes en las ligas federadas, así como el acercamiento del fútbol rural de categorías inferiores a la capital son otras de las cuestiones a poner en valor. Lo mismo que el título de Campeón de la Copa de las Regiones UEFA para Castilla y León en 2009 con Javier Yepes en el banquillo o el peso específico que la Federación de Castilla y León tiene actualmente en el panorama nacional.

Heredia tiene parte de la historia del fútbol regional en la cabeza. Y la que no, se registra en los papeles que un día, dentro de unos años si Dios quiere, podrán formar parte de un libro. Por lo pronto, los orígenes federativos también han sido recogidos por el propio Manuel en un escrito. En aquella fecha fantástica del 2 de abril de 1923, en el que el militar y también periodista de El Norte de Castilla, Salvador Covelo Pereira ‘Penalti’ convocó a una reunión a los delegados de Palencia, Burgos, León y Salamanca para, en el Salón de comisiones del Ayuntamiento de Valladolid, firmar los primeros estatutos de la Federación Regional Castellano Leonesa de Clubs de Football. Por entonces, era presidente de la Federación Española de Fútbol Gabriel Maura y Gamazo, con orígenes también vallisoletanos. No obstante, su madre era Constancia Gamazo, nacida en Boecillo el 9 de septiembre de 1856.

Tras el paréntesis de la guerra civil, y después de pertenecer Valladolid a la federación castellana con Madrid, en 1950 nacería la Federación Oeste de Fútbol con todas las provincias menos Soria (que se afiliaba con Aragón) y Segovia y Ávila (con la castellana madrileña). Más de treinta años después, en 1987, la Federación de Castilla y León de Fútbol surgía ya con sus nueve provincias y delegaciones al amparo legal de la Comunidad Autónoma. El fútbol de Valladolid, dependiente antes de la Oeste, en 1987 aparece vinculado ya a la delegación vallisoletana con Heredia como primer presidente.

Manuel ha convivido con los directivos que pusieron en alza el llamado fútbol modesto o fútbol base. Personas abnegadas, trabajadores incansables, sacrificados. «El mayor activo del fútbol son sus directivos», repite siempre. Ellos son el sustento de muchos chicos de muchos barrios que eligieron el deporte antes que otros menesteres. Aficiones, clubes que han brotado y desaparecido y otros que van camino de los setenta años. Entidades que nacieron en un erial con dos porterías y que se mantenían entre rifas y lo que se sacaba del bar y ahora son auténticas escuelas de fútbol con buenas infraestructuras, entrenadores formados y numerosos participantes. La evolución. La misma que también conlleva pequeños pecados o ‘males necesarios’ como la figura del padre metido de pleno en el juego de sus hijos.

Manolo Heredia se queda con «la cantidad de gente que he conocido en el fútbol. Sin ellas, este deporte existiría pero de otra manera». Ignacio Tejedor, Demetrio Nieto, Domingo Caballero. Nemesio Gómez, Martín Luquero, Pedro Baticón («si no estuviera, habría que inventarlo»), Antonio Martín Miñambres, Jesús María Sánchez Camino, presidente del Azor, todo un caballero; Jesús Martín, de Santovenia, conocedor de todos los jugadores regionales; Braulio Calvo, José Luis Núñez, del San Nicolás, el bueno de ‘Paquillo’, del Vitoria, Ángel Manso, impulsor del fútbol rural de categorías inferiores, José Ramón Burrieza, el entrenador quizás más veterano… «El monumento debería ser a todos esos (los citados y alguno más) dirigentes del fútbol de barrio o de pueblos que lo pusieron en alza en campos de tierra impracticables, vestuarios sin luz…».

Mirando el día a día, desde la estabilidad actual de la institución y del fútbol provincial, con un ojo puesto en el Real Valladolid para que, como espejo de los chicos, sea capaz de recuperar la máxima categoría, Manuel habla de la unión, de no separar, de las personas que día a día contribuyen a que la delegación sea eficiente, de Ana, de Reyes… Del valor de la lealtad, nunca olvidado, hacia los que han estado y confiado en uno. De avanzar… seguir.

Desde el cielo, Luis y Nieves han visto a su hijo Manuel recoger el premio al directivo omnipresente. Doble alegría