El Norte de Castilla
Real Valladolid

Ni un paso atrás

Stalin emitió la orden #227 en 1942 que fue conocida como la Ley de 'Ni un paso atrás'. Básicamente, esa ley decía que ningún comandante del Ejército Rojo podía retirarse sin una orden de un superior y se creaban unos batallones de bloqueo destinados a que se cumpliese esa orden, teniendo incluso obligación de disparar a los «cobardes». Esa ley tenía como motivación elevar la moral de un Ejército Rojo que ya veía las orejas del lobo. El caso es que se destinaron casi medio millón de soldados para esos batallones de bloqueo que quizá, de haber estado en el frente, no habrían sido necesarios porque habrían estado más pendientes de avanzar que de retroceder.

Eso es lo que ha tenido que hacer Carlos Suárez la semana pasada con indudable éxito después de ver el juego del equipo el pasado sábado en Oviedo. No ha hecho falta destinar recursos para disparar a nadie en este caso. O sí. Más de mil quinientos valientes soldados estuvieron en segunda línea de batalla arengando a las tropas de élite para que no dieran ni un paso atrás. Nunca sabremos qué habría pasado si ese fondo alto hubiese estado vacío, pero me temo que el resultado no habría sido el mismo. O al menos no se habría producido de la misma forma.

Ojalá todo fuese tan fácil para ganar partidos como llenar una grada, pero como dice el refranero, «un grano no hace granero, pero ayuda al compañero». Esta semana leía una reflexión en redes sociales criticando a los que han ido a Oviedo de turismo con la excusa del Pucela y que no vienen los fines de semana a Zorrilla. Bueno, quizá tuviese razón, pero yo me quedo con que fueron al estadio y animaron. Podrían haber estado bebiendo sidra, pero demostraron que el equipo les importaba. Por eso creo que hay esperanza. En lo deportivo, porque no somos tan malos como a veces nos empeñamos en demostrar, y en lo social, porque la masa no está muerta.

Me gustaría que público y jugadores volvamos a ser equipo, que no haya que destinar a nadie para los batallones de bloqueo y que Zorrilla tape esa herida por la que sangramos tantos puntos. Queda tiempo y hay mimbres. Hagamos una buena cesta.