El Norte de Castilla
Real Valladolid

fuera del área

¿Qué quiere el Valladolid?

Valladolid es una ciudad, a veces, de extremos. Tan pronto juntamos a 26.000 personas para un partido de rugby como, a la semana siguiente, muchos ni se enteran de que los mismos equipos han vuelto a enfrentarse en Liga. Pucela es esa ciudad capaz de criticar a Javi Guerra, de ensalzar a Djukic un año, criticarle meses después y pedir su vuelta cuando las cosas se ponen realmente feas. La capital castellana ansía un día el fútbol de toque del nuevo Guardiola y al otro pide la vehemencia y el orden defensivo del Clemente más veterano.

A orillas del Pisuerga pedimos, nótese que utilizo el plural, un año caros fichajes y al otro que los canteranos sean la base del equipo. Exigimos un proyecto a largo plazo y nos ponemos nerviosos si no somos capaces de ascender con rapidez. Fíjense cómo somos, que un día el director deportivo es todo un cazador de gangas y al otro parece que no serviría ni para regional. Jaleamos (jalearon, jaleé…) la apuesta de Suárez por la entidad y soñamos con que ahora venda el club (¿A quién?) y se empiece de cero.

Debe ser aquello del carácter pucelano, que hasta algunos ex, cuando cambian de aires, sí brillan en plazas a priori más feas. Mientras tanto seguimos jugando con la base de hace diez años, dando un confortable cobijo a jugadores que, a día de hoy, seguían hablando de ascenso. Otros simplemente piensan en marcharse de Valladolid cuanto antes o no terminan de salir de la enfermería.

Valladolid es esa ciudad en la que un día eres el alumno más popular del instituto y otro día andas cabizbajo, esperando que no te roben la comida del almuerzo. Tras otra nueva derrota, un avergonzado padre se lamentaba en Twitter. Venía a decir: ¿Cómo demonios convenzo a mi hijo, nacido en Madrid, de que tiene que ser de este equipo que no hace más que ofrecer malos partidos? Pues eso, que los del Pucela somos así, apoyamos a muerte lo nuestro, pero también nos cansamos cuando los nuestros no rinden.

Llegados a estas alturas uno se pregunta: ¿Qué quiere Valladolid? ¿Proyecto, cantera, ser el nuevo Leicester…? Quizás, aunque pasemos fácilmente a los extremos, no seamos en el fondo tan complicados. Bastaría con poder presumir de tener un club estable (preferiblemente en Primera), reconocible, que dé la cara y muestre ganas y compromiso. Ponernos de acuerdo en cómo conseguirlo ya es un asunto más complicado.