El Norte de Castilla
Real Valladolid

puerta 17

A rey muerto, rey puesto

Una nueva derrota en Pamplona ha supuesto como consecuencia directa la destitución de Portugal como entrenador y como consecuencia menos directa que el Real Valladolid haya vuelto en la clasificación a esa zona caliente más cercana a los puestos de descenso que a la zona de promoción de ascenso.

Lo cierto es que la etapa de Portugal ha ido de más a menos en el Pucela, empezó prometedora y ha acabado fracasando. Y precisamente su gran virtud en la mala situación inicial que fue transmitir tranquilidad y soltar la presión competitiva a la plantilla le ha terminado condenando también en cuanto se le han complicado las premisas iniciales.

La calma y el sosiego transmitidos al inicio fue un alivio para la plantilla, pero le ha terminado lastrando cuando ha necesitado variar la dinámica en las últimas jornadas que se ha llevado al míster por delante tras un punto de los últimos quince posibles. En las últimas semanas, además, Portugal venía diciendo que los entrenadores son esclavos de los resultados, algo que es una perogrullada mayúscula, pero se olvida de que su equipo tenía más problemas que los resultados,

Y a rey muerto, rey puesto. La salida de Portugal ha provocado la presencia del tercer inquilino que tendrá el Pucela en esta temporada en su banquillo, que será un viejo conocido del club y la afición aunque como jugador. Alberto López se enfrenta al doble reto de conseguir matemáticamente la salvación por un lado y por otro no desenganchar más a una afición cansada de tanta decepción y penitencia.

La elección del nuevo entrenador, que parece más una apuesta presidencial que deportiva, contará de inicio con una predisposición positiva de la afición porque el cambio demuestra que el club no se queda paralizado ante los problemas, y por el pasado, como futbolista con la camisa blanquivioleta. Y dado que apenas quedan siete partidos para finalizar la temporada, la cara conocida de Alberto le dará un mayor crédito con la maltratada afición pucelana.

En el fútbol no hay pócima ni fórmula secreta para hacer funcionar a una plantilla como un equipo con una identidad definida, pero tras esta temporada vivida como una veleta emocional el que firma esta columna se ha instalado en el conformismo absoluto y únicamente pide acabar la temporada de la manera más digna posible y encontrar un motivo, aunque sea el más nimio, para seguir volviendo al estadio como a nuestro santuario particular.