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Al Pucela le va el rock&roll
Real Valladolid

Al Pucela le va el rock&roll

El Valladolid de Luis César ataca como los ángeles, pero o corrige sus problemas en defensa o no logrará los objetivos

José Anselmo Moreno.Efe

Valladolid

Lunes, 30 de octubre 2017, 20:04

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Al Valladolid de Luis César le va el rock and roll más que la balada, es como un boxeador que golpea y no se cubre, lleva camino de marcar un hito histórico goleador con 25 goles en solo doce partidos (el siguiente, Granada, lleva 18), pero su carácter acometedor le hace ser el segundo más goleado, con 19.

Aprovechando la inercia y el vigor de su buen comienzo, el equipo sigue metiendo ritmo a los partidos y fabrica jugadas de ataque en abundancia, pero en los últimos choques ha encallado. Ha recolectado tres puntos de nueve posibles y muchos goles encajados, demasiados.

Esa teoría de la manta, según la cual si tiras de ella hacia arriba se tapa la cabeza y se descubren los pies, se puede aplicar a este equipo que ataca con muchísima gente por delante del balón aunque no tiene la virtud de rentabilizar sus acciones de ataque.

Su tremenda pegada ha sido decisiva en las dos primeras eliminatorias de Copa, ganando con solvencia en Huesca y León, pero en liga falla demasiado pese a contar con el máximo goleador de la categoría, Jaime Mata, con diez goles, tres más que los siete de Borja Iglesias (Real Zaragoza), el siguiente artillero.

Lo que sí ha conseguido Luis César es un equipo que engancha con la afición, que divierte y que ha conectado con la grada. Es, además, un equipo joven, en el que han entrado cuatro jugadores de la cantera, Anuar, Toni, Calero y Ángel, todos ellos titulares ayer.

Desde el primer partido de la pasada campaña ante el Oviedo, en que coincidieron en el campo Rafa, Ángel, Zambrano y Jose Arnáiz, no ha habido tantos «canteranos» en una alineación y desde los tiempos de Torrecilla, Juan Carlos, Jorge o Eusebio, con Cantatore al mando, no tenían tanto peso futbolistas criados en la cantera vallisoletana

El entrenador, Luis Ángel César Sampedro, es de esos pocos a quienes gusta «acometer» antes que guardar bajo siete llaves un 1-0. Sus cambios son casi siempre ofensivos, y en el banquillo suele contar con un defensa y todo el arsenal atacante de la plantilla.

Pocas veces ha hecho variaciones tácticas para aguantar el resultado, a Luis César le gusta el intercambio de golpes aunque en las últimas comparecencias ante los medios ya viene advirtiendo de que hay que tener mayor fiabilidad, sobre todo fuera de casa.

Ante tantos goles encajados, este gallego de Villagarcía de Arousa frunce el ceño, un gesto habitual en él pero que esconde una simpatía insospechada e imprevisible en la corta distancia.

Mientras tanto, los suyos protagonizan admirables arreones ofensivos que alcanzan de sobra para ganar en casa, pero carecen de la picardía de esos equipos que saben meterse «en su cueva« a domicilio, cuando el rival está obligado a más antes de claudicar.

Siempre con unos laterales de recorrido, que intentan sorprender al rival en sus arrancadas, este Valladolid va con todo al abordaje, pero a veces se expone a contragolpes y concede goles fáciles pese a que no le llegan mucho. El guardameta Masip aún no conoce el estrés.

También hay que admitir que Luis César ha recuperado para la causa a jugadores como Luismi o Iban Salvador, que tenían un pie fuera del club, ha reactivado a Mata y lo de los cuatro »canteranos« es una apuesta meritoria en ese contexto de riesgo que gusta asumir el técnico. Nadie podrá decir que no es bravo y valiente.

Uno de los jugadores de moda salidos de la cantera es Jose Arnáiz quien, tras protagonizar una interesante historia de superación, fue la sensación de la pasada campaña e incluso jugó con el Real Valladolid el primer partido de esta Liga para ser, poco después, traspasado al FC Barcelona. Allí ya ocupa portadas.

Y por aquí Jose (ahora Arnáiz) ha dejado como sucesor a su amigo Toni Villa, un jugador de más calidad y de una mayor proyección, si cabe. Un futbolista que parece abocado a terminar en un grande. La fantasía y la figuración convertidas en media punta. Un mirlo blanco. Un centrocampista top.

En definitiva, que el vigente Pucela, con sus virtudes, sus defectos y sus 25 goles, lleva los partidos a su terreno, siempre más audaz que especulativo, y muy lejos de la agonía de esos equipos que ganan pidiendo la ahora. Sin duda, le va la marcha aunque el tiempo dirá si esta «senda» es la que conduce al ascenso.

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