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Mandi y Daniele Verde corren tras la pelota en el partido del Real Valladolid frente al Betis de la pasada semana. Gabriel Villamil
El Real Valladolid necesita una reacción urgente

El Real Valladolid necesita una reacción urgente

Partido de vuelta ·

El autor del texto asegura que el equipo necesita aire fresco, futbolistas que dejen la mochila en el vestuario y corran con la fe que les colocó en el escaparate de los grandes

Juan Ángel Méndez

Martes, 26 de febrero 2019, 21:02

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Mi padre siempre me ha dicho que en la vida hay tiempo para todo, aunque lo primero es la obligación. La vida misma. Es cierto que lo hay, pero si no lo aprovechas, el reloj se te escurre entre los dedos y cuando te quieres dar cuenta, has desperdiciado demasiados minutos, en el caso del Real Valladolid jornadas, y tus objetivos se escapan por el desagüe.

A Sergio se le ha gripado el motor en el peor momento del curso, justo cuando escapar de las cuerdas representa una necesidad para no latir con el filo en el gaznate hasta la última patada. El conjunto vallisoletano vive en un enredo interminable. Corre mucho, pero mal. Llega por las bandas, pero estrella el balón en el muñeco. Sus centros son más un ejercicio para quitarse el marrón de encima que el verdadero génesis de una oportunidad. Crea muy poco y su fútbol es previsible e impreciso, lento y hosco. No existe fluidez y los pases trocan la dulzura necesaria para poner en ventaja al compañero por pedradas que requieren cuatro toques antes de domar el cuero y avanzar.

La derrota ante el Betis, más allá del dolor que significa caer ante un rival que pisó Zorrilla con la mente en otros asuntos, ensancha la crisis de juego que vive el Real Valladolid. No es cuestión de alarmas, pero tampoco hay que esconder la realidad. El cuadro castellano ni divierte ni se presenta sobre el césped con la confianza que le sentó en la zona noble en las primeras jornadas. Cualquier ataque se hace bola, incluso las estampidas al contragolpe que antaño eran sinónimo de ocasión. Si el rival se asoma al área blanquivioleta, el seísmo se percibe en las piernas de la retaguardia, donde Calero ha cedido galones y hasta Masip, inmaculado todo el año, pierde el pulso para regalar medio gol al Betis.

El equipo está atorado y necesita aire fresco, futbolistas que dejen la mochila en el vestuario y corran con la fe que les colocó en el escaparate de los grandes. También es imprescindible que el técnico escape del bucle y remueva su banquillo en busca de gasolina y calidad. No entendí muy bien sus cambios ante el Betis ni los minutos de Ünal en lugar de Plaza, al que habrá que ir dando protagonismo para comprobar si puede aportar o todavía está verde. Keko sigue muy atascado en la banda derecha y Hervías funciona peor cuando progresa por la zurda. En el centro, Míchel y Alcaraz han perdido fantasía y arriba, a Guardiola le atropellan los centrales sin opción de acariciar un balón decente. Es la radiografía de un equipo en decadencia. Hay tiempo para todo y la buena noticia es que los rivales tampoco suman, pero si no reacciona ya, es probable que el Real Valladolid se vea en el pozo y los días de margen se conviertan en castigo.

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