Derrota y empate para el Real Valladolid en el triangular de Asturias

Pero más allá del resultado, lo importante era ver otras cosas. Sobre todo el grado de acoplamiento de Keko e Ivi con sus compañeros o cómo resolvía el Pucela sus problemas en ataque y en la construcción del juego.

Y lo que esos 45 minutos, que tampoco es mucho tiempo, permitieron ver que la solidez defensiva de la que ha dotado Sergio al equipo en la preteemporada está más que afianzada, pero no así los movimientos en ataque. Y tardarán, a tenor de lo visto en el partido ante el Alavés. Con Ivi de enganche y flanqueado por Toni y Keko, se vio poca construcción y demasiado recurso al balón largo para acercarse al área de Pacheco. Con todo, una contra provocada por un robo de Anuar, bien llevada por Ramos y rematada por Ivi fue lo mejor del equipo en esos 45 minutos.

El Pucela mostró, empero, las carencias que la propia configuración de la plantilla apunta. Bien en el centro del campo en el que el trabajo de Anuar y Borja cercenan mucho el recorrido ofensivo de los rivales; sin conexión por las bandas, en las que Keko y Toni no encontraron su sitio en ningún momento; y con Ramos voluntarioso y ofreciendo detalles de mejora a cada partido, pero aún lejos de ser un incordio para una defensa de Primera División.

El partido ante el Oviedo fue otra historia. más después de que en el segundo encuentro los vitorianos ganaran a los astures y dejaran sentenciado el triangular. El cambio de la historia vino porque Sergio alineó ante los hermanos asturianos solo a tres jugadores del primer equipo: Antoñito, Alcaraz y Antonio Domínguez. Y aunque el grupo mantivo la disciplina defensiva, se vio claro que aquello funcionaba cuando los dos últimos enlazaban entre ellos y con Miguel. El Hacen y Javi Pérz se mostraron como dos pivotes defensivos de mucha proyección, pero en 45 minutos poco pudieron mostrar.