El partido de Zorrilla se presentaba con una dificultad añadida para el murciano Sánchez Martínez por el descontento de la afición local con las últimas decisiones arbitrales tomadas en el VAR. El colegiado entendió desde el principio esta situación y ejerció un férreo control sobre el encuentro y no dejó ni el más mínimo roce o conato entre los jugadores; así, en los primeros cinco minutos, advirtió tres veces a diferentes jugadores. Destacó en todos los apartados. En el plano disciplinario dejó hacer hasta que las acciones requerían el uso de las tarjetas. Expulsó con buen criterio al celtiña Hoedt por doble amonestación, la segunda amarilla tras dar un manotazo en la cara de de Plano para apartarle de la disputa del balón.
Aplicó en numerosas ocasiones la ventaja de manera excelente, al punto de que en tres de ellas las jugadas acabaron con disparo a puerta del equipo atacante. Acertó en no señalar como penalti dos caídas en las áreas. En la del Valladolid, Guardiola se desmarca al primer palo en un centro lateral y cuando el balón le rebasa por alto se deja caer.
En el área local, Brais se desmarca y cuando ve que no puede rematar el centro de su compañero se tira, y aunque el brazo de Nacho estabasobre su hombro no provocó la caída. En ambas jugadas el VAR le indicó que no existía ningún error manifiesto. Gran trabajo del murciano, que aplicó el arbitraje clásico que nunca pasa de moda, basado en la determinación de tomar decisiones sin necesidad de realizar gestos y alardes innecesarios.
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