El Real Valladolid rompió dos rachas con su victoria ante el Celta: la de partidos sin ganar y la de partidos sin ganar en Zorrilla. Y, en consecuencia, acrecentó la crisis viguesa, que suma ya cinco partidos seguidos con derrota. Los gallegos se adelantaron con gol de Sisto al aprovechar un error grosero de los locales, pero los blanquivioletas supieron revertir la situación gracias a la frescura de Guardiola, la profundidad de la banda derecha y el trabajo incansable de Alcaraz, Plano y Míchel.
Desde el 7 de octubre no ganaba en Zorrilla. Fue ante el Huesca. Este domingo rompió la racha y sumió en una profunda depresión al Celta, que por segundo partido consecutivo vio como le remontaban el partido.
Un terrible error del Real Valladolid en la salida del balón propició el gol del conjunto gallego en el minuto 15 del partido. El Pucela intentó hacer lo que no domina: sacar el balón al toque. La consecuencia fue un mal control de Míchel, que permitió al Celta robar dentro del área el balón y a Sisto tener toda la ventaja para poner el balón lejos de Masip.
El Real Valladolid terminó la primera mitad muy enchufado, y salió en la segunda más aún. El asedio al que sometió al Celta se materializó en una jugada por la derecha con centro raso de Antoñito que Keko intentó rematar de espuela; no lo logró, pero su movimiento despistó a la angustiada defensa gallega, que se despistó del todo y permitió a Óscar Plano controlar y disparar. Ni el control ni el chut fueron buenos, pero Rubén esta vez se la tragó.
El Valladolid remontó el partido en el minuto 69 con una trenzada jugada entre Guardiola y Plano que acabó en las botas de Keko. El extremo, solo en el área grande, disparó cruzado y raso para superar a Rubén.
El debutante celtiña vio la segunda amarilla cuando el Celta apuraba los minutos finales del encuentro. El central, llegado en este mercado de invierno, se quitó a un rival con un manotazo y vio la segunda amarilla.
Así se vive por parte de los profesionales los minutos previos a saltar al encuentro: ánimos, palmadas, abrazos y mucha unidad.
Si el Celta estuvo vivo en el partido hasta mediada la segunda mitad fue gracias a su portero, que efectuó un buen número de paradas de mucho mérito.